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Los dedos responsables de Areces y Migoya deben pagar por ello

24 de Octubre del 2011 - Francisco Manuel Domínguez Menéndez (Avilés)

Resulta que ahora, la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, da la razón última y definitiva a Conceyu, la primera ya se la había dado el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, sobre lo ilegal de nombramientos de responsabilidad, nada menos que 161, por la vía digital, a cargo del gobierno de Areces.

El rostro de la infamia se llama Rosa Migoya, responsable de Administraciones Públicas en el pasado reciente y premiada con el primer puesto en la parrilla de salida para las últimas autonómicas por la circunscripción oriental. Los dedos responsables del atropello, ya hace tiempo que deberían haber pagado por ello.

No estaría de más que el Gobierno de Cascos nos hiciera un resumen de los gastos judiciales que supusieron las meteduras de pata de los gobiernos de Areces y, especialmente, las de la ínclita Rosa Migoya, que fue, con diferencia, la peor Consejera asturiana del último periodo democrático, agravado su estado de resultados por la continua suma de responsabilidades a cuenta de restárselas a otras consejerías. Valga como ejemplo el de Educación, en manos de un hombre enfermo que no supo, o no pudo, oponerse a la pérdida constante y paulatina de poder, que culminó con su inhabilitación para la responsabilidad de la selección del personal docente por la vía de concurso oposición, hasta entonces en mano de la Consejería de Educación y que, ahora, parece ser, volverá a su cauce con los nuevos inquilinos de esta Consejería. Mientras Migoya subía los escalones de la fama, apoyada por su benefactor Tini Areces, Riopedre, entre otros, los bajaba.

Hay cuatro cosas que deben cambiar ya: el amiguismo en todas las administraciones públicas, el desarrollo de una ley justa sobre el salario de los políticos, la formulación de una nueva ley electoral y la cultura de la asunción de responsabilidades por la vía de las dimisiones.

No puede mantenerse democráticamente que, después del fallo judicial del Supremo, Areces, a quien le gusta figurar y atesorar, más que a un niño un caramelo, vaya en las listas para el Senado y Migoya siga luciendo palmito en la Junta del Principado. Estas son las cosas que el movimiento de indignados puede cambiar con su presión, lo demás son brindis al sol.

Es muy grave que un país, llamado España, que cuenta con cerca de cinco millones de parados, miles de desahuciados y más de un millón de familias que no tienen a ninguno de sus miembros trabajando, vean, un día sí y otro también, el espectáculo bochornoso que nos ofrece nuestra clase política. Ya no valen las grandes elocuencias, sólo cuentan los hechos. Dimitan quienes meten la pata y dejen paso a la higiene renovadora.

Pero, cuidado, todos estos profesionales de la política, pertenezcan a uno u otro segmento de poder, cuando les hablas de la conveniencia renovadora, te pueden comer. Incluso IU, organización que hace años estaba de acuerdo con la renovación de políticos cada dos legislaturas, vemos como se eternizan en el poder y se aferran al sillón hasta el punto de quitarte el saludo cuando les dices que ya va siendo hora de despejar los caminos de acceso a la política y retirar a las viejas glorias. También éstos, piensan estar comiendo de la política hasta el día final.

Resumiendo, que todos los políticos, con poquísimas y plausibles excepciones, tienen bien merecida mala fama y ganado a pulso su distanciamiento con el pueblo que los vota.

Entre una organización anárquica con un planteamiento de cambio continuo de los órganos de poder y otra de profesionalización política, hay que habilitar una intermedia que de paso a la regeneración democrática sin traumas derivados de la falta de experiencia.

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