Al don Carlos Martagón, ex-componente de Stukas
Ojeando hace unos días este diario, leo que cuatro grupos históricos de la música asturiana de los años sesenta van a embarcarse en una gira conjunta. Como apasionado de los sonidos de esta década, recibo la noticia con gran alegría, además de con cierta sorpresa. El motivo de esta última es que, entre los citados grupos, se encuentra "Stukas", con Carlos Martagón como cabeza visible.
Me asombra que no retome a sus "Excéntricos Oprimidos", conjunto en el que militó antes de formar parte de "Stukas-70" (posteriormente, "Stukas"), para interpretar las versiones de los grupos de beat británico que les sirvieron de inspiración y, sin embargo, esté dispuesto a sucumbir ante la "pachanga" que recriminó a sus predecesores "Los Stuka" (éstos sí de la década de los sesenta), sólo por volver a pilotar un avión del que se posó hace un cuarto de siglo.
¿Por qué representar ahora a un grupo que aún sigue en activo con otros componentes, entre los que él no se encuentra, y al que denegó el uso de sus composiciones tan sólo dos meses después del fallecimiento de su más emblemático vocalista? ¡Qué alarde de valentía!
No quiero con este escrito restarle méritos a alguien a quien admiro como músico, tanto en su faceta de guitarrista como de compositor, pero del que no puedo sentir la misma admiración en lo que a calidad humana se refiere.
Al mismo tiempo, me alegra que haya renunciado a su parte de la medalla de oro que el Ayuntamiento de Langreo otorgó en 1997 a "Stukas", ya que así podremos disfrutar de una mayor porción de la misma los que en algún momento fuimos integrantes y seguimos deseándole lo mejor al grupo.
Ya por último, le aconsejaría que hiciese caso a sus propias palabras, y que si "el río nunca va para arriba", no persista en la idea de volver al grupo que le dio gran parte de lo que es como músico y siga manteniéndose al pie del pedal en "Koniec", que lo está haciendo muy bien.
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