La gratitud de Leonard Cohen
Leo en LA NUEVA ESPAÑA del pasado 22 de octubre, gracias a la extraordinaria cobertura informativa y divulgativa que, un año más, hace de los premios «Príncipe de Asturias», la transcripción del discurso de Leonard Cohen, premio «Príncipe de Asturias» de las Letras.
Un discurso de apenas una página de periódico. Doce minutos de belleza, que sólo al estilo de los más grandes, es decir, con humildad y sencillez, nos habla de esa su «otra dimensión de gratitud».
Su palabra nos lleva al recuerdo, cincuenta años atrás, del joven español que durante sólo tres días, porque el cuarto se suicidó, le enseñó los primeros acordes de guitarra, pilares de lo que más tarde sería base de toda su música.
Mientras escribo escucho el susurro de «In my secret life» y pienso en esos hombres y mujeres de nuestra vida que, con su generosidad y su mano tendida, nos han hecho abrir una primera puerta que no pocas veces nos lleva a ir abriendo otras más. Personas que nos han ofrecido una oportunidad, sin pedir nada a cambio y sin apenas conocernos en nuestro día a día; mujeres y hombres a los que ya nunca olvidamos, o no deberíamos, que incorporamos a nuestra particular historia de vida, porque sin el sentimiento de gratitud y de reconocimiento hacia quien nos hace bien no es posible el legítimo ejercicio de cualquier otra virtud, porque no sería más que un falso ropaje y una burda impostura.
Sórdido y tullido es el corazón que ignora el aroma de la gratitud, y devuelve, además, mal por bien.
Gracias, maestro Cohen, por tus palabras, también por esas canciones que, como rezos, nos han dado tantas bienvenidas en nuestra vuelta a casa, cuando llegamos procedentes del mundo diario, no siempre fácil, y gracias, sobre todo, por poner Belleza donde habita la miseria.
Seis acordes bastan para cambiar un destino y un solo sentimiento de gratitud hacia quien nos beneficia basta para ser grande.
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