Inteligencias anquilosadas
Creo que hoy en día la inteligencia está más que sobrevalorada. Tendemos a darle vueltas y analizar cada cosa que nos sucede y que nos rodea, ¿por qué no ser prácticos?
Todo ser humano tiene como leitmotiv la obtención de su felicidad. Pero este concepto tiene interpretaciones diferentes según la personalidad de cada individuo. Hay personas que se sienten realizadas con el mero hecho de escuchar a otras; sin embargo, las hay que sólo buscan ser escuchadas.
Son cosas banales, cosas del día a día, de lo cotidiano, pequeños actos que no se suelen valorar. La tendencia general pasa por cargarse de cosas materiales para enfrascar, en esa inundación de materialismo, nuestro propio vacío existencial.
Dinero, casas, coches, ropa... vacío.
¿Dónde ha quedado la búsqueda del enriquecimiento?, ¿dónde la satisfacción de uno mismo?
Creo que en una fecha tan señalada como los premios «Príncipe de Asturias», se debe comulgar con el ejemplo. Un reconocimiento a un trabajo, a una labor, pero sobre todo a una personalidad. Es obvio que el dinero es algo, por desgracia, indispensable en esta vida; pero dejémoslo ahí, tan sólo como un ingrediente más en ella y no como algo apremiante.
Tratemos de recuperar la simpleza y el encanto de las pequeñas cosas, las que «amueblan» el alma, y premiémonos a nosotros mismos por ello.
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