Avilés no tiene albergue de animales
Señora Pilar Varela, alcaldesa de Avilés: Nuestra ciudad no tiene un albergue de animales. ¡Qué vergüenza! La ciudad del icono cultural del siglo XXI, el centro Niemeyer, que nos dará fama mundial con su impoluta blanca cúpula; la ciudad que presume de tener el casco histórico monumental más bello del norte de España, la ciudad que ronda los cien mil habitantes... No tiene un albergue de animales: ¡Qué vergüenza!
Recientemente, el secretario general del PSOE, señor Álvaro Álvarez, a propósito de la polémica con IU sobre la semiprivatización del agua, tuvo la desfachatez de ironizar sobre que también habría que hacer otro referéndum para decidir si habría que crear un albergue o no.
Señor Álvarez, no sé cómo a todos los políticos que nos gobiernan en esta querida Villa, empezando por usted, no se les cae la cara de vergüenza. En sus manos está el destino de decenas de criaturas y ustedes optan por mirar a otro lado. ¿Cómo es posible que esta Corporación dé como excusa que no hay terrenos (terrenos que no llevarían allá de medio campo de fútbol) para construir ese albergue que, además, la ley exige para las ciudades de más de 500.000 habitantes?
Los animales dan cariño desinteresado, compañía, paz, alegría y, en definitiva, nos hacen sentir mejor. Hace diez meses saqué a mi perro «Canelo» (un perrito muy maltratado por su anterior dueño) del albergue de Serín y desde entonces he descubierto todo un mundo de relación que ya quisiéramos tener los humanos. Ya decía Gandhi que la cultura de un pueblo se mide en cómo se trata a los animales. Pues la cultura de esta ciudad deja mucho que desear pues. O, al menos, la de sus dirigentes.
Todos los jueves un puñado de incansables defensores de los chuchos y gatos (y demás) se manifiesta delante del Ayuntamiento para ver que una y otra vez la Alcaldesa da largas al asunto.
Qué pena que no se haga el susodicho referéndum, señor Álvarez. Seguro que lo perdían. ¿Hay miles de metros cuadrados para el Niemeyer y no hay media hectárea para ese local? Claro, una perrera mete mucho ruido, los chuchos ladran. Y ustedes optan por enviar al matadero a esos pobres animales, demostrando una insensibilidad digna de quien no merece estar en esos puestos que detentan. Es evidente que ustedes no tienen un perrito que les recibe meneando el rabo de pura alegría cuando llegan a casa.
¡Qué vergüenza!
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