De un marrón perfecto
Hace escasos días LA NUEVA ESPAÑA acogió por estos huecos un escrito mío –estéril desahogo– del que, como probado periódico liberal que es, no se censuró ni el título, donde me refería a la mierda de campaña electoral anticipada e interminable que estamos sufriendo, ni el final, donde aludía a mucha mierda más. Por ejemplo, a la habida en la asimilación colectiva y embobada de la tutela del terrorismo en stand by, dentro de una operación de oscuro trueque, generoso pago anticipado, ominosa hipoteca residual, desmemoria contable y abducción buenista prácticamente total de la clase política, operación de ingeniería política de precisión que pone de punta hasta los pelos de las partes pudendas concernidas. Entonces recurría a la escatología de proximidad, y ahora ya solo me queda la frustración y el agotamiento argumental de los sinónimos superlativos y de las redundancias tipo mierdamierdamierda.
Lo que sí está claro es que esta mierda no es como creímos los ingenuos ajenos a Bilderberg y demás clubes selectos y bien informados –el resultado de una operación alucinada e histérica algunos dirían que traidora, gran palabra ésta para tiempos miserables– fruto de la obsesión primero antifranquista y anticlerical, y luego antinacional y anticristiana, de algunos enfermos de resentimiento sobrealimentado y trasnochado, que siempre han visto en ETA un maquis residual de extrema izquierda que podría ganar la última batalla decisiva contra el oprobioso caudillo y su mohoso modelo de España unida, grande, libre y tal y tal, y su herencia de la ley a la ley, enlazando con la parte de la historia frentepopulista que no republicana, que han sacralizado y con la que quieren conectar haciendo tábula rasa de cuarto y mitad de nuestras vidas. Tampoco es algo presuntamente atribuible a un partido socialista secuestrado en sus alturas por una facción extremadamente siniestra en toda la polisemia del término. Y menos a un partido de derechas, al que toda evocación de ideología comprometida con unos principios que no sean las cuatro reglas de la economía descompone del vientre, añadiendo mierda de un color a la del otro y a la del de más allá, hasta conseguir el marrón perfecto. Esto es algo mucho más gordo, con autores bastante más poderosos y discretos que las marionetas desconcertadas al olor del voto inercial en esta ceremonia de la confusión recientemente aliviados al poder seguir robóticamente un guion/argumentario, compartido desde las más altas instancias nacionales e internacionales, que les han pasado desde la concha del Gran Apuntador.
Un 18-J ETA nos impuso desde las sacristías ceniza para los restos. ETA orientó nuestra transición un 20-D y los estúpidos alevines de demócrata creímos que ETA acabaría un 20-N. ETA encendió la mecha hasta un 23-F. ETA nos mantuvo aterrorizados y humillados durante muchas fechas y anti-ETA hundió al socialismo felipista un 3-N. Una presunta no-ETA impuso el encarrilamiento irreversible del 11-M, ETA chuleó un 30-D e hizo un ajuste fino un 9-M. ETA se homologó urbi et orbi un 17-O y una ETA mimada sedicente sedente va a ser protagonista, por fin, de un 20-N.
Frente a tanto poderío coral, a uno no le queda más que emigrar a países que no se odien o asistir al devenir nacional concepto discutido y discutible, con la misma indefensión que se siente frente a la caída del «99942 Apophis», cuya trayectoria no creo que pueda ser desviada entre un 1-E y un 31-D, ni por la ETA del momento ni por sus más conspicuos asistentes, cómplices, benefactores, socios, corifeos tontos útiles y parásitos.
¿O sí?
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