Autovías/autopistas
El martes 18/10/2011 hojeo una información en LA NUEVA ESPAÑA que se titula «Los años de la conexión “transversal”», que hace referencia a la posible construcción de nuevas autovías-autopistas, cuyas direcciones van hacia el interior, por ejemplo, Soto del Barco, Pravia, Cornellana, o Belmonte, Pola de Somiedo, esto es solo una pequeña muestra de lo que escribía el periódico. Leyendo esta noticia quedé espantada, y me dio un bajón de moral fortísimo. Me explico, si puedo. Creo que el ciudadano actual español, desde la democracia se ha ido habituando a una terminología falsa de lo que se entiende por desarrollo. En ello han influido dos factores: por una parte los políticos que sistemáticamente han hablado del Estado de bienestar, cultura, museos, centros de interpretación (atención no es una escuela de actores), autovías, AVEs, etcétera, y por otra parte, un ciudadano que ha sido poco crítico, y que muchas veces ha asumido la misma terminología que los políticos. Pues bien, una de estas falsas terminologías es la palabra autovía, porque las autovías son autopistas. Entiendo por autopista o autovía una macrocarretera de dos viales en una misma dirección y con amplios arcenes que se separa mediante una medianera de otra macrocarretera de dos viales pero en dirección contraria. Pero creo que hubo un político listo que matizó que las autovías rondaban las ciudades, no pasaban por ellas, y que por eso no eran autopistas, y todo el mundo con esta definición quedó descansado, pues de algún modo desaparecían las autopistas, que son un gran impacto medioambiental. Yo creía que nuestros políticos, nuestros gobernantes, nuestros alcaldes, tenían nociones de Estado. Nociones de cómo se amplía armónicamente una ciudad, de cómo se comunican los pueblos, de cómo se desarrolla la iluminación pública, pero veo que no, que no tienen ni la más repajolera idea. Y uno de estos conceptos que veo que tampoco han pensado es el de las autopistas-autovías. Para mí, un buen político es el que piensa que las autopistas tienen que ser pocas y muy bien planteadas y a través de una rica red de carreteras muy bien conexionadas, y entre las cuales algunas de ellas, no todas, acceden a la autopista, se cierra así un círculo de buenas comunicaciones. La mal llamada Autovía del Cantábrico, pues, es autopista, creo que en su momento se planteó realizarla por el interior, lo cual habría dado juego a una comunicación mejor, pero alguien decidió cambiarla y la puso cerca de la costa. La autopista ha destrozado pueblos, aislándolos de sus propios campos a los cuales acuden a través de monstruosas y plúmbeas pasarelas, ha destrozado carreteras comarcales, ha destrozado carreteras nacionales, el acceso y salida a la autopista suele realizarse a través de inmensas rotondas, o grandes triangulaciones, donde quedan terrenos baldíos, cuando podían haber sido de menor tamaño, y la autopista, al menos el tramo que conozco yo, tiene un exceso de iluminación. En definitiva, un fiasco. Los que la diseñaron, suspenso, por no decir algo más grave. Y retomando el principio de esta carta, pues lo que digo, el periódico informa de la hipótesis de realizar más autopistas, cuando esas posibles autopistas podían sustituirse por amplias carreteras con hermosos arcenes que no dañarían a nadie, pero sí beneficiarían. Ya está bien de políticos que se inflan como globos hablando de autovías y AVEs, ¿por qué no aparece uno que hable, entre otras cosas, de carreteras y trenes? Porque, si es así, mi voto lo tiene asegurado.
Isabel García Seminario
Oviedo
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