No todo son iguales
La liberación del joven sargento israelí a cambio de 1.027 palestinos encarcelados por actos terroristas, algunos condenados a cadena perpetua, se ha interpretado como un avance en el difícil camino de la paz en Oriente Próximo. Pero una simple mirada al caso y a muchas de las declaraciones que se han hecho tras la liberación de los primeros 477 palestinos y la puesta en libertad del militar israelí Gilad Shalit demuestra las tremendas diferencias que existen entre ambas comunidades. El canje de un solo hombre por 1.027 reclusos es un ejemplo. El valor que unos y otros dan al intercambio refleja el abismo existente entre las dos partes del eterno litigio guerra de Oriente Próximo. La esperanza de paz del sargento Shalit contrasta con las palabras del primer ministro Benjamin Netanyahu a los palestinos liberados: "Si vuelven al terrorismo, que se atengan a las consecuencias". Las imágenes también tienen poder. La pacífica fiesta israelí contrastaba con los gritos, los discursos y la actitud de multitud de palestinos con banderas verdes de Hamás, que arroparon la llegada de los suyos a casa. Este intercambio no es esperanzador, por mucho que se quiera creer, es el fiel reflejo de las enormes diferencias que hay entre ambas comunidades, diferencias que crecen.
Juan Carlos Sevilla Chica, portavoz de Asei-Asociación Solidaridad España-Israel
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