Por fumar que no quede
No puedo entender la permisividad de ciertos bares y restaurantes para con los fumadores en zonas en que está prohibido fumar, pero es que entiendo menos aún la actitud de la gente que fuma en esos sitios en que les es vetado; lo considero una falta de respeto y educación de estos últimos y un abuso de la tolerancia de quienes no fumando, tenemos forzosamente que compartir ese espacio con ellos. Resulta desagradable aceptar que quieras tomarte un vino, disfrutar de una conversación o saborear un guiso y veas cómo se estropea ese momento por la intromisión insultante de esta gente caprichosa, consentida por quien tiene la responsabilidad de guardar el control del local, que no es otro que su propietario, y en su lugar, los empleados que trabajan para él.
Esto no debe ser pasado por alto. Tenemos la tendencia a sabotear las normas, incluso a mofarse de ellas. Y encima, cuando alguien nos lo hace ver y nos saca los colores, nos ofendemos. Lo mismo da que no se deba hablar por el móvil conduciendo. Todos los días veo a alguien haciéndolo. Tampoco es decente sacar al perro a dar un paseo y dejar su huella por el camino, que acaba siendo más extensa cuantos más despistados haya que la pisen. Pero en el caso que nos ocupa y por lo que supone de agravio directo y mantenido mientras dura la consumición, considero ofensivo que se fume en un espacio libre de humos y una provocación que sólo la infinita paciencia de los que no fumamos evita que las cosas vayan a mayores.
Lo que me llama la atención es que aquí en Oviedo se dé esto. No me lo esperaba. Aunque supongo que es lo que hay yo no puedo aceptarlo y por eso protesto aquí. Podría dar los nombres de las dos sidrerías en que fui testigo de ello, pero tampoco quería darles publicidad ni siendo negativa. Ellos ya saben quiénes son. En todo caso, no tengo ningún problema en decirlo al inspector del Princiapdo que tenga el cometido y me lo quiera preguntar.
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