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Entre tonos de gris

7 de Noviembre del 2011 - José Antonio Noval Cueto (a)

Dicen que los tres grandes bienes de la Humanidad son un buen amigo, un buen libro y un buen consejo, y es precisamente esta máxima la que me lleva a escribir, glosar, haceros partícipes de la satisfacción que produce conocer y disfrutar de un libro excepcional que da título a este artículo e invitaros a su lectura, pues no siempre es fácil encontrar una joya como ésta en un mercado editorial tan competitivo y donde por vender es capaz de venderse un libro en blanco (recuérdese que al año se editan más de 70.000 títulos en España). La excepcionalidad del libro viene provocada por dos ingredientes o factores básicos. En primer lugar, una buena historia, un impresionante documento humano que relata acontecimientos recientes, concretamente del año 1941, año en que tuvo lugar la invasión soviética de Lituania, Letonia, Estonia y, en segundo lugar, quizá lo más difícil, saber contarlo, de manera que la documentación y denuncia no silencia la buena prosa, lo bien narrado, una narrativa sencilla, contenida, que embriaga al lector y le impide dejar la lectura.

El libro se estructura temáticamente en tres partes que agrupan 85 capítulos, de una extensión corta y con un tipo de letra que es cómoda para el lector (aspecto éste muy importante ahora que estamos en plena guerra del mercado editorial y de los nuevos soportes culturales, llámese libro electrónico).

El hilo argumental se centra en la familia del rector de la Universidad de Kaunas (Lituania), Kostas Vilkas, integrada por su bella y ejemplar mujer, de nombre Elena, y sus dos hijos, Lina, de 16 años, protagonista narradora de los hechos, y Jonás, de casi 12 años. Familia que, al ser acusada de complicidad por ayudar a escapar a Alemania a un cuñado suyo y su familia, es deportada a Siberia y toda la acción se centra en recordar las peripecias de ese viaje de la civilización a la barbarie, de la vida a la muerte, que dura seis semanas y nos lleva desde Kaunas, pasando por Vilnius, Minsk, Orsha, Los Urales, Omsk, a la región de Altai, en la zona de Kretzsky, donde malvivirán en un koljós, o granja colectiva, donde por faltar les faltaba lo más elemental como era el alimento, abrigo, pero no faltaba el amor, la ayuda al necesitado, así dentro de las penalidades se celebraba la Navidad, los cumpleaños... Pero, una vez aclimatados mal que bien, sobre la familia aún se cierne un nuevo traslado, un nuevo viaje a una zona aún climatológicamente más desfavorable, hacia Trofimovsk, en la desembocadura del río Lena, en Ártico, donde sólo había dos escenarios posibles: el éxito, que significaba vivir, o el fracaso, que significaba morir. Durante este tiempo de vejaciones, de desprecios y burla, una máxima les unía, un deseo les impulsaba a la lucha, y este no era otro que volver a casa, estar juntos, pero la tragedia se cierne sobre esta familia, atrapada en unas condiciones climatológicas casi insalvables, pues no todos lograrán el deseo que les mantiene en lucha, la motivación que les sostiene, que no es otra que regresar a casa…

No es la primera vez que Siberia y sus historias de deportados, campos de trabajo, son objeto de novela, recordemos a Alexander Solzhenitsyn y su famoso Archipiélago GULAG y otras novelas de la misma temática, pero el mérito de esta novela es su capacidad de narrar, de contarnos vivencias tan inhumanas sin que la calidez de la prosa se resienta, y aquí estriba la dificultad y el mérito de la autora, una desconocida en el panorama literario, pues se trata de su primera novela; pero no acaban aquí sus logros, sino que se incrementan al presentarnos unas conductas humanas que se mueven por una serie de principios o valores que hoy debemos potenciar, si de verdad queremos que nuestra vida sea verdaderamente humana, si queremos que nuestra vida tenga una justificación, si de verdad nos preocupa el futuro.

Principios que hace suyos la protagonista, Lina Arvydas, cuando dice: El mal gobernará hasta que los hombres y mujeres de buena voluntad se decidan a actuar. Incluso la propia autora, Ruta Sepetys, en una nota suya nos dice y recuerda que: En 1991 Lituania, Letonia y Estonia recuperaron su independencia de manera pacífica y con dignidad. Estas tres naciones diminutas nos han enseñado que el amor es el ejército más poderoso…

En resumen estamos ante uno de esos libros que merecen la pena leer, pues, como dice la crítica, es uno de esos pocos libros que tienen alma.

José Antonio Noval Cueto, ex-alcalde de Siero, Pola de Siero

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