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El ruido de las insidias, de los votos y de la demagogia. Más que un debate parecía la final de Eurovisión en el que el perdedor ha sido bastante claro: nosotros. He oído muchas veces lo importante que es generar empleo, pero no he oído ninguna fórmula que diga cómo se va hacer.
Rajoy ha tenido una posición aventajada, privilegiada, seguro y la verdad que es normal cuando ya sabes que puede que tengas el regalo de la mayoría absoluta. Ha exprimido la crisis económica de tal modo que se ha atragantado y ha salido a hurtadillas de las preguntas insistentes de Rubalcaba sobre políticas sociales. Ha llevado agua al molino económico pero lo demás lo ha dejado bastante seco.
Me asustan los programas, lo público porque lo veo dañado, me asusta que se llegue a defender lo que es imposible de defender, me asusta la ambigüedad. Las cosas claras y el chocolate espeso, si esperábamos esto, nos hemos decepcionado. No sé si empezaré a confundir mi Universidad con una empresa, si subirán el IVA, aunque supongo que sí, si se mantendrán las prestaciones por desempleo, si se retrasará el cumplimiento del objetivo del déficit, si la UE vendrá a rescatarnos, si los bancos darán crédito a esta situación, porque desde luego yo no, tampoco sé qué pasará con las parejas homosexuales, el aborto, la religión, los parados y los empresarios. Los dos lo tienen claro, lo importante es generar empleo, hacer planes y que sean buenos, decir la verdad, gestionar la economía, la importancia de la igualdad, la sanidad y la educación, ¡que brillantes!
Rubalcaba ha empollado el programa popular y Rajoy ha leído hasta el Buenas noches, pero creo que ambos todavía esperan a la película, que supongo que se titulará Regreso a 1996, en los mejores cines a partir del 20-N. ¿Cifras? 500.000 en un debate en el que no se dijo nada nuevo salvo la geografía de Cádiz.
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