La victoria de ETA
Se confunde el Príncipe de Asturias cuando dijo en la entrega de sus premios en el Campoamor que ETA se sentía derrotada; al revés, pienso que nos está ganando por goleada, respeto por igual a las 860 personas asesinadas por la barbarie etarra, pero a la vista de las posibles novedades futuras debemos recordar el asesinato de Miguel Ángel Blanco por si la gente no se acuerda, ETA secuestró a Miguel Ángel y exigió para su liberación precisamente lo que está pidiendo ahora y que sorprendentemente algunos políticos y medios de comunicación parecen estar de acuerdo, el acercamiento de los presos de ETA o en su defecto la libertad de la mayoría de ellos, en esa época (año 1997) el Gobierno de Aznar, aún tratándose de uno de los suyos, ya que era concejal del PP, no un guardia civil. Policía local o catedrático, no cedió al chantaje etarra, aun sabiendo que el resultado final sería la muerte de Miguel Ángel, todo por defender el Estado de derecho, la democracia y valores de humanidad y dignidad que ahora se están perdiendo; la familia de Miguel Ángel, de una manera ejemplar y digna de admiración, nunca culpó al Gobierno como responsable de su muerte, al contrario, dijeron que los únicos culpables eran los indeseables asesinos de ETA; Miguel Ángel se convirtió en un mártir de la democracia y del Estado de derecho y lo mismo los 850 asesinados por ETA a lo largo de estos últimos 50 años. Que sepa el próximo presidente del Gobierno, sea Rajoy, Rubalcaba, Zapatero o Perico el de los Palotes, que como cedan al chantaje etarra y suelten a los etarras de las cárceles en señal de gratitud a ETA por no matarnos, que el que lo haga estará escupiendo sobre la tumba de Miguel Ángel, y manchando el honor y la dignidad de sus familiares que verían cómo su hijo o hermano murió para nada, y esto que digo sería equiparable para el resto de los casi mil asesinados por los terroristas; en este terror sólo cabe unos vencedores, que son las víctimas del terrorismo, y unos vencidos, que son los asesinos de ETA, todo lo demás, por mucho que diga nuestro Príncipe, será la victoria de la indignidad y de la barbarie.
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