La subestación llama a las puertas del PP
Así como de improviso, tres hechos surgen de golpe en relación a la subestación de Santa María de Grado:
Primero: El Ministerio de Industria declara de utilidad pública la línea eléctrica aérea correspondiente a la subestación de Santa María de Grado, de Red Eléctrica de España (REE).
Segundo: El Boletín Oficial del Estado publica el contrato de adjudicación de las obras de la subestación.
Tercero: El Tribunal Supremo, al igual que antes lo hiciera el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, desestima la demanda municipal formulada contra REE en cuanto a la suspensión cautelar de la subestación y el tendido eléctrico; a la vez, el Ayuntamiento es condenado al pago de todas las costas.
Por otra parte, REE exige la devolución de 200.000 euros, abonados por dicha empresa pública al Ayuntamiento como primer pago del convenio suscrito con la anterior Corporación de izquierdas y que la actual rescindió en el año 2008.
Con todo lo anterior, parece que la suerte está echada en cuanto a la construcción de la subestación en Santa María de Grado y, sin embargo, nada ha tenido a bien el señor alcalde comunicar a sus vecinos. El Partido Popular y Aigras, tampoco. Cuatro años de descalificaciones y guerras sin cuartel por parte de los actuales gobernantes municipales no es motivo suficiente para que, ante un resultado tan dispar a sus promesas y compromisos, comparezcan ante la opinión pública moscona con una explicación razonada de sus actos y la estrategia de futuro en la recámara.
Por la forma de conducir este asunto, otro tanto cabe esperar de la jerarquía regional del PP, pues nunca han dudado en utilizar un discurso de extrema demagogia, sin más interés que buscar abono para su huerto electoral, mientras bendecía la política de Rey y de quienes le precedieron en la dirección local del partido.
Lo que parece coherente y razonable a partir de ahora es requerir su presencia de nuevo en el pueblo de Santa María de Grado; de todos ellos, para que expliquen las razones de su fracaso o se comprometan a nuevas acciones desde la realidad que se prefigura en el mapa político español para después del 20-N. Que den la cara es lo mínimo que puede exigirse a estos dirigentes políticos y así recompensar a unos vecinos que han depositado su fe ciega en el Partido Popular. Aunque la incógnita está en ver cómo conseguirán explicarse los «populares» sin recurrir de nuevo al grosero y cruel engaño.
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