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Enigmáticas manos

15 de Noviembre del 2011 - Alfreda Álvarez Argüelles (Oviedo)

Para el año 2012 se dice que seremos 7.000 millones de habitantes en el mundo. Y cada persona, distinguida del resto por sus huellas digitales. Este hecho, ¿no es ya un enigma?

Las manos son una de las partes más expresivas y más nobles del cuerpo humano. Ellas son agentes de nuestra voluntad, de nuestros deseos, de nuestras emociones. Son, por tanto, muy importantes para el desarrollo de la vida, después de los ojos. Las manos se utilizan constantemente, con independencia de la edad o tipo de trabajo, siendo la principal fuente de información táctil.

Son las manos las que fueron capaces de crear un lenguaje, mitigando las carencias de los sordomudos. Y las personas invidentes pueden utilizar sus manos como instrumentos de lectura, mediante la escritura Braille.

Miguel Hernández, en su libro de poemas «Viento del pueblo», dice que «la mano es herramienta del alma, su mensaje». En el poema «Las manos» distingue algunos tipos de éstas, como las de los trabajadores:

Estas sonoras manos oscuras y relucientes / las reviste una piel de invencible corteza, / y son inagotables y generosas fuentes / de vida y de riqueza.

En el citado libro, que dedica a su íntimo amigo Vicente Aleixandre, le dice a éste: «Nuestro cimiento siempre será el mismo: la tierra. Nuestro destino es “parar en las manos ” del pueblo. Sólo esas “honradas manos” pueden contener lo que la sangre honrada del poeta derrama vibrante. En esta obra aparece, con toda claridad, el tránsito del yo –la poesía intimista de “El rayo que no cesa”– al nosotros, el giro hacia una poesía social, en la que las angustias del poeta se identifican con las de todos los hombres.

En el lenguaje no verbal es evidente la importancia de las manos. En Psiquiatría y Cuerpos de Seguridad apelan, con frecuencia, a ciertos lenguajes que les ofrecen las propias manos del interrogado.

Algunos ejemplos: a) El sudor de las manos puede indicar culpabilidad. b) Puños cerrados, agresividad, miedo. c) Manos abiertas, franqueza, que no oculta nada. d) Mano en la frente, preocupación. e) Si esconde las manos, puede significar que está ocultando algo.

Las manos, pues, llevan en sí cierta carga de expresividad. Así, decimos que un saludo es frío si la mano que se nos ofrece es desmayada y floja. Por el contrario, comunica afecto o simpatía cuando presiona de forma cálida. Pero cuando la presión es excesiva (con miedo de que nos crujan los dedos o nos queden con la mano), pensamos que dicha persona tiene un punto de ordinariez.

¡Cuánta expresividad hay en el cuadro de Rembrandt «El regreso del hijo pródigo»! Las manos del anciano sobre la espalda de aquel hijo arrodillado ante él, que vuelve maltrecho y hundido, son un prodigio de perdón y amor paternal.

Como los otros órganos pares (ojos, oídos, piernas), cada mano está controlada por el hemisferio del lado contrario al cuerpo. Siempre hay una dominante: zurda o diestra. Normalmente se usa la derecha, aunque hay personas que utilizan la izquierda, hecho que se basa en una tendencia neurológica. Por tanto, nunca se debe forzar a un niño a que use la mano derecha. Es curioso, a este respecto, que en el dicho «Tiene mano izquierda», ésta supone una primacía sobre la derecha, ya que se usa dicha expresión cuando alguien tiene habilidad para resolver conflictos o se caracteriza por tener un trato diplomático.

Gómez de la Serna, en un monólogo titulado «El orador», rodado en 1928, habla de la importancia de la mano para el orador, y dice que la multitud sigue la mano. Si ésta da cinco razones, levanta la mano abierta, exhibiendo los cinco dedos; para calmar al público, la mano baja suavemente, produciendo un efecto sedante, etcétera, etcétera. Y, finalmente, la mano planea y desciende hacia el párrafo final, buscando terreno a propósito, como el aviador. Luego se concentra y coloca su mano en la mesa. Con ayuda de la mano, dice, el discurso se hace más convincente. Pero, prescindiendo de la oratoria, hay comunicadores y otras gentes que utilizan las manos, apoyando sus palabras, con una precisión y arte extraordinarios.

En el mundo se encuentran muchas clases de manos:

hay manos holgazanas, manos que maltratan a sus semejantes, manos que señalan con el índice, manos que extorsionan, manos que asesinan...

Pero, afortunadamente, hay muchas manos ocupadas, manos dispuestas a hacer el bien al prójimo, manos que acarician, manos que comparten, manos que se unen formando cadenas humanitarias, que dan luz y esperanza al mundo, mientras se espera que la «biensonante» globalización tenga en cuenta la pobreza extrema que arrastran ¡tantos pueblos!

Es cierto que «no tenemos en nuestras manos» las soluciones para los problemas del mundo pero, frente a los problemas del mundo, «tenemos nuestras manos».

Algunas expresiones metafóricas que llevan la palabra «mano/s»:

Caerse de las manos, algo traen entre manos, se lavó las manos, tiene mano larga, alejada de la mano de Dios, echarse las manos a la cabeza, poner las manos en el fuego, es la mano derecha de..., untar las manos, mano de santo, con la mano en el corazón, pedir la mano, etcétera, etcétera.

María Alfreda Álvarez Argüelles

Oviedo

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