Seguir adelante
España nunca quiso fabricar, sólo conquistar. Durante ocho siglos fue resistir y seguir adelante. Luego continuó lanzándose al abismo del océano conquistando América. Para, a continuación, hacer surgir un río de oro y plata que fluyó hacia la Europa de la Contrarreforma con nuestros tercios portadores de plata y oro. Otros fabricaban, y nosotros comprábamos o tomábamos, y Europa progresaba. España era un desierto industrial de áridos campos y rebaños de merinas cuya lana salía hacia Inglaterra a través del puerto de Bilbao, o se tejía en Cataluña: los dos únicos oasis. Luego vino el despilfarro del imperio y el continuar al grito de ¡que inventen y fabriquen ellos! Orgullo, asonadas y guerras civiles justifican la decisión de Larra: el dolor. Hasta que, tras una guerra civil fraticida y una guerra mundial que asoló Europa, nos metemos en el negocio. Primero fue con el carbón de Asturias para locomotoras y barcos de vapor de la bélica actividad mundial, después... Ya no fue negocio. En los sesenta comienza el despegue industrial en España donde Asturias contribuía con carbón (ya no rentable) siderurgia y acero (el más feo y mínimo valor añadido). Las manchas industriales se extienden con la industria tecnológica de alto valor añadido: Madrid, Valladolid, Pamplona, Zaragoza, Valencia... (Asturias sigue igual: va para atrás). La formación era un bien importante en el que se invertía, sobre todo, a través del Ministerio de Trabajo con universidades laborales y sistemas de FP permanente. Las costas del desierto, con sus playas, se llenan de turistas europeos que traen sueldos y pensiones instalándose en segundas viviendas para el ocio (todo un negocio, como si de instalarse la organización en Nevada se tratara). La FP permanente siembra centros propios de la misma por toda la geografía española, y los buenos oficiales se convertían con su ayuda en buenos técnicos. La energía eléctrica, proveniente de los embalses, crecía y la energía nuclear hacía su aparición para poner proa al futuro. Hasta ese momento, nuestro ímpetu histórico de fabricación tecnológica más bien no había sido. En 1980, cuando era el momento de redoblar los esfuerzos de esa Formación Profesional permanente que se impartía desde el Ministerio de Trabajo y de que los industriales se diesen cuenta de que había que ir al valor añadido, que el empresariado debía ser, y hacer, algo propio y no ser siervos de multinacionales foráneas o dependientes de empresas públicas poco rentables puesto que no todo negocio es empresa, cuando en esa época había una gran esperanza en el esfuerzo social y la libertad; todo ese ímpetu se para. Ya no queremos formarnos para estar en la avanzada de la tecnología, ya no queremos energía nuclear, ya no queremos fabricar con alto valor añadido, sólo queremos hacer negocio, y el negocio está en conseguir subvenciones europeas y desparramarlas; bajos salarios para jóvenes, o gratis total como formación inexistente, para engañar a la productividad. El negocio era venderle al extranjero una habitación con vistas a un paraíso natural de papel cuché con servicio completo de habitaciones incluido, y también se le venden nuestras empresas nacionales del INI. Las universidades laborales se transforman en... Vaya usted, y compruébelo. Y a la FP permanente de medios propios se la extingue pretendiendo transformar sus centros en aularios, sus docentes en indocentes, sus expertos-docentes en prescindibles... ¡Lo habéis conseguido! ¿Ahora qué? No me crean a mí, crean a Paul Krugman: La situación será aterradora para España durante años, o a Santiago Niño Becerra: Año tras año la foto fija de España ha ido mostrando una posición mucho peor que la media europea en inversión de I+D, conocimiento, innovación y formación permanente. Crash en el 2010. No señor Rabanal, no es cierto que esta crisis fuera imprevisible cuando quien no siembra desparrama y, lo previsible, aún no llegó, y, ¡sí! Habrá que hacer algo: reabran la escala media docente de la FP permanente, den reconocimiento docente a sus docentes y fijeza a los expertos docentes que estaban en sus centros de formación, y... Demuéstrese capacidad para seguir adelante.
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