Don Manuel, párroco de Infiesto, estamos con usted
Don Manuel, el pasado día 7 de noviembre, un día cualquiera, me puse a pensar en el poco tiempo que usted lleva en Infiesto y la labor realizada. Analicé y el resultado era positivo, a su favor.
Don Manuel, me enteré que tenía la moral un poco baja y quisiera, a través de este humilde mensaje, pedirle que no se cree problemas mentales por la opinión negativa de un 1 por ciento de sus feligreses. En la sociedad siempre existe un cierto número de seres intransigentes que nunca estarán de acuerdo, salvo que los protagonistas de la película sean ellos. Olvídelos, piense que un 95 por ciento de sus feligreses están con usted, satisfechos con el trabajo realizado.
Cuando no hay tiempo para colaborar en nada y sobra para ser espectadores, pueden hacerse valoraciones erróneas. Ya pasó con los sacerdotes anteriores.
Don Manuel, nuestro santuario de La Cueva llevaba diez años cerrado; usted, desde el minuto uno de su llegada, se puso a trabajar y lo abrió. Esto es un hecho y no admite análisis ni discusión; por lo tanto, descanse tranquilo y reciba mi gratitud y la de miles de feligreses silenciosos.
Don Manuel, hace unos 25 años, le daba las gracias a través de este medio y despedía a un compañero y vecino suyo de Ujo, don Víctor Urrutia, también le costó trabajo cuajar en Infiesto, pero a través de los años su labor y su magisterio siempre estarán presentes. Dejó huella.
Usted ya inició el camino... Gracias y adelante.
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