Indignación
Dicen que la ilusión mueve el mundo. ¿Qué hay entonces de la ilusión de cientos de personas que conviven en un centro geriátrico público compartiendo sus últimas experiencias de vida?
Recortes es la palabra que retumba en nuestras cabezas. Recortes sí, pero no a costa de personas que sólo por el hecho de acumular muchos años a sus espaldas ya parecen no ser merecedoras de respeto y comprensión.
El baile mensual de la Residencia Mixta de Gijón, en la que reside mi abuela de 86 años, ha sido suspendido para «recortar gastos». Un baile para el que ellas se acicalan y ellos se ponen la flor en la solapa, con el único propósito de vivir... de sentir... de emocionarse...
Pero, claro, un modesto grupo musical marcando pasodobles una tarde al mes debe preocupar demasiado al perfecto desalmado que justifica su anulación como «recortes necesarios».
Vergüenza e indignación siento yo al pensar que alguien juegue con la ilusión que aún le queda a un grupo de ancianos que ya no puede ni alzar la voz.
Ésta es la clase de política con la que el señor Cascos da sus primeros pasos al frente del Gobierno del Principado de Asturias.
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