Un día de miel, otro de cebolla
«Yom asal, yom basal» («un día de miel, otro de cebolla»), con este dicho árabe muchas personas en los territorios palestinos ocupados por Israel comienzan su jornada, para finalmente toparse con que la realidad cotidiana ofrece más días de cebolla que de miel. Dos terceras partes viven en la pobreza y en la desnutrición, el desempleo ha aumentado y los problemas de salud se agravan diariamente. Por si esto fuera poco, las demoliciones de viviendas han provocado y siguen provocando un sufrimiento incalculable en la población palestina de los territorios ocupados.
Las estrictas restricciones a las que está sujeta la población palestina que vive bajo ocupación israelí a la hora de construir casas y otras estructuras pueden considerarse una violación de su derecho a una vivienda adecuada. Tras declararlas ilegales, las autoridades israelíes ordenan la destrucción de las viviendas y estructuras construidas sin los permisos por ellas establecidos y que raras veces conceden a los palestinos. Acompañados de agentes de seguridad, los equipos de demolición pueden presentarse en cualquier momento, avisando con muy poca antelación a las familias afectadas y sin darles la oportunidad de sacar sus pertenencias de las viviendas. En virtud de la legislación militar israelí aplicada a la población palestina en la mayor parte de Cisjordania, a las familias desalojadas no se les proporciona otra vivienda ni indemnización alguna; por consiguiente, si no fuera por sus familiares y amigos y por las organizaciones benéficas, quedarían sin hogar y sumidas en la miseria. A las familias palestinas de Jerusalén oriental no les va mucho mejor con las autoridades civiles israelíes.
En 2010 las autoridades israelíes demolieron 431 estructuras en Jerusalén oriental y Cisjordania, lo que supuso un aumento del 59 por ciento respecto a 2009. Al menos 594 palestinos, de los que casi la mitad eran menores de edad, quedaron desplazados tras la demolición de sus casas por orden de las autoridades israelíes, y más de 14.000 se vieron afectados por la destrucción de cisternas de agua, pozos y estructuras relacionadas con sus medios de vida. Por otro lado, la apropiación de tierras realizada por Israel en Cisjordania, incluido Jerusalén oriental, ha tenido un efecto devastador en las vidas de los palestinos. En Jerusalén oriental el 35 por ciento de las tierras han sido expropiadas para construir asentamientos en los que viven 195.000 israelíes.
El reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho por parte de UNESCO ha tenido como respuesta por parte de Israel el anuncio del endurecimiento de su política de construcción de asentamientos ilegales en Jerusalén este y otros enclaves de Cisjordania ya de por si castigados por el efecto de la construcción de la valla-muro.
Francisco Javier Fernández López, presidente de Amnistía Internacional Asturias, Oviedo
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