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A contracorriente Mariano Rajoy, el hombre tranquilo

19 de Noviembre del 2011 - Carlos Cuesta

En una campaña electoral triste, un tanto aburrida, cargada de tensión emocional y bastantes preocupaciones por lo que nos acecha, el candidato popular a la Presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, se muestra exultante, nítido, abierto, directo y con la lección aprendida para ganar unos comicios nacionales que las encuestas le son favorables. Pero esas encuestas sólo son avales de opinión, sin más, aunque el ambiente de la calle esté harto de todo y de todos y tire por la calle de en medio a la hora del voto castigando, posiblemente, a quienes han tenido estos años el poder y el gobierno por no atar bien los cabos ni enderezar el rumbo de un país que está casi en la quiebra técnica, según anuncian en algunos mentideros, expertos en economía y finanzas. Y lo cierto es que han tenido que pasar ocho años en la apagada y oscura oposición para que Mariano Rajoy Brey y los suyos se hayan convertido en un partido alternativo y capaz de alcanzar cotas de poder verdadero. En estos años opositores, el pontevedrés de vieja retranca y conversador de lujo ha pasado por momentos de angustia, hostigamiento y peligro, pero supo estar a la altura de las circunstancias venciendo insidias domésticas y ancestrales recelos. Con su estilo de persona tranquila, sosegada, sin prisa pero sin pausa y midiendo bien los tiempos se convirtió en un exponente indiscutible en el seno del Partido Popular y con puño directo y golpe en la mesa aunó a todos los discordantes en un fin común. En estos últimos meses se observa a Mariano Rajoy Brey con fuerza moral, carisma, sí carisma, aunque muchos digan lo contrario, y mucha moral de triunfo en unas elecciones sujetas al problema económico y a un futuro bastante agrio para todos. No hay varitas mágicas, lo dice continuamente en sus discursos mediáticos, pero lo que no hay duda es de que este gallego fino, estiloso e inteligente va a hacer todo lo posible (si llega a la Moncloa) por recuperar la casta de una España perdida en marasmos, desesperación y poca credibilidad en los mercados y en la sociedad. Tendrá que hacer ímprobos esfuerzos llevando a cabo medidas impopulares y drásticas, pero a buen seguro que lo hará con el convencimiento y el carácter de un hombre que muchos no conocen, mas con su sapiencia, su bonhomía y su entusiasmo a prueba de todo y de todos alcanzará altura de miras. La prueba es difícil por una herencia letal agravada por la crisis nacional y global y por una gestión económica y social con muchas dudas e imprevisiones.

Sus comentarios y buenas palabras sobre España y los españoles, amén de otros encuentros amistosos, glosas, exégesis y críticas sobre temas variados aún son recuerdo de placer y agrado después de años. Eran reuniones nocturnas en el patio central de la Capitanía General de Valencia en épocas de milicia. Y Mariano envuelto en su uniforme y en sus correajes de cabo furriel, barba negra y cargada con gafas de intelectual era el amenizador, el personaje que buscaba cualquier tema para darle categoría de tertulia notable, reflexiva y cálida, siempre pendientes (la soldadesca de prórroga) de los miramientos del rígido y absurdo capitán de la compañía Castro de No y la estancia omnipresente y en trasfondo del capitán general Jaime Miláns del Bosch. Buenos momentos en aquellos años juveniles donde la amistad, el compañerismo y el esfuerzo han resultado cuestiones básicas para años venideros. Después la negra situación promotora del fallido golpe de Estado del 23 de febrero. En esa capitanía (mediados de 1980) todo eran reuniones al atardecer y mucho movimiento extraño de vehículos, oficiales, mandos en plaza, perros guardianes y mucha exigencia a la tropa. Un servidor desde la revista militar El Palleter, donde cumplía el servicio militar, era testigo destacado del acontecer castrense. Y Mariano siempre trabajador incansable en su puesto escondido de cabo furriel ofreciendo a la compañía toda la labor de su cometido que era mucho, variado y eficaz. Y en la milicia supe que Mariano era un gran valedor, que llegaría lejos en sus aspiraciones personales, ya era Registrador de la Propiedad, y que con su tranquilidad y su manera de ser concitaría la voluntad de muchos y a lo mejor llegaría a presidente del Gobierno. Sólo era proponérselo, tener el perfil adecuado y estar ahí en el momento oportuno. Y Valencia, siempre lo pienso, está siendo su talismán. Que la suerte te acompañe en los nuevos tiempos que nos tocan vivir. Harán falta muchas toneladas de esperanza y ánimo para superar el estado agónico en que nos encontramos. Y tú puedes... ¡Ah!, procura cambiar de modelo de zapatos. Son más estilosos y van mejor con tu forma de ser unos bien armados, italianos de pala vega, de tafilete, marrones y de atar, en vez de esos mocasines castellanos que te hacen un pie recogido y poco práctico. Simple consejo estético y de imagen.

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