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Réplica a Bastida por el Arzobispo

23 de Noviembre del 2011 - Francisco Javier García Alonso (a)

Al catedrático de Derecho Constitucional, el profesor Francisco José Bastida, no le gustó la última carta pastoral del arzobispo de Oviedo y lo explica con cierto detalle en un artículo en LA NUEVA ESPAÑA. Pero al hacerlo comete algunos errores que están bastante extendidos, al menos, entre algunos universitarios y que quizá convenga comentar.

El primero de ellos es confundir los fundamentos morales con la política. Don Jesús Sanz Montes no escribe de política, aunque lo que dice tenga consecuencias políticas. Hablaría de política si dijese que es mejor la monarquía que la república (o al revés), que el país estaría mejor organizado si se eligiese directamente al presidente del Gobierno, o que tiene que haber 250 diputados en el Congreso. Para ver la diferencia entre lo que dice el Sr. Arzobispo y lo que sería hablar de política desde la religión bastaría echar un vistazo a la Sharía musulmana.

El segundo error es suponer que lo que dice monseñor Sanz afecta solamente a un tipo de partido político. En realidad los cristianos deberían tener bastantes problemas para votar un partido en base a su programa o a su praxis en torno al aborto. Es verdad que en la última legislatura se aprobaron leyes inicuas a favor del aborto considerándolo como un derecho y pretendiendo obligar a los estudiantes de Medicina a aprender a abortar (retrayéndonos a tiempos anteriores a Hipócrates). Pero en las legislaturas conservadoras no sólo no se hizo nada para frenar el incumplimiento flagrante de la legislación vigente, sino que se aprobaron leyes que suponían un aumento práctico del número de abortos (generalmente de forma colateral).

El tercer error es olvidar algunas realidades que no se ajustan a la ideología dominante. Varios expertos en sida han publicado que el solo uso del condón no frena la propagación de la enfermedad; por el contrario, es de dominio público que en Uganda, donde se ha favorecido desde la autoridad civil la abstinencia y la fidelidad (además del uso del preservativo), la enfermedad ha retrocedido. También es bien conocido que el empleo de células estaminales provenientes de embriones son, a día de hoy, muchísimo más peligrosas (por cancerígenas) que las células madre de tejidos de personas adultas o del cordón umbilical.

El cuarto error es suponer que el Sr. Arzobispo abandona la moderación en algún momento de su discurso. Por el contrario, muchos consideramos extremadamente cortés lo dicho por él ante la nauseabunda falta de respeto a la verdad de algunos dirigentes gubernamentales.

El quinto error es olvidar, a sabiendas o no, la acción de la Iglesia a favor de los necesitados (enfermos de sida incluidos). Y todo ello con donaciones directas de los católicos. El propio don Jesús renunció a tres meses de sueldo a favor de los mineros necesitados, tal como anunció en la misa de San Mateo del año pasado. De otro lado, es muy dudoso que el Sr. Arzobispo pretendiese duplicar el comunicado de la Conferencia Episcopal en torno a las elecciones legislativas, mucho más completo. Parece que se limitó a señalar algunos puntos especialmente importantes.

Al fondo de la reflexión del profesor Bastida parece latir la idea de que todo lo que viene avalado por una mayoría parlamentaria es moralmente aceptable. El reciente discurso del Papa Benedicto XVI ante el Parlamento alemán pone de manifiesto la debilidad de tal línea argumental.

Para finalizar quizá resulte conveniente recordar que desde la «Antígona» de Sófocles, allá por el siglo V antes de Cristo, siempre ha habido en Europa una saludable corriente de personas que han antepuesto lo moral a lo político. Y en esa línea se mueve nuestro Arzobispo.

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