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Con el Niemeyer hace falta voluntad

23 de Noviembre del 2011 - M.ª Ángeles Paloma Fernández-Villanueva Granda (Avilés)

Enhorabuena, señor Cascos, ha conseguido usted lo que quería, ya tiene escaño en Madrid y podrá su partido representar a la parte de los asturianos que le ha votado. Mientras, aquí estamos los avilesinos, que habíamos visto renacer poco a poco nuestra ciudad, nuestra milenaria villa. Esa que la mayoría de los mortales sólo conocían por la gran empresa siderúrgica, construida en los años cincuenta del pasado siglo y que dio de comer a más de 20.000 trabajadores y a sus familias, venidos de todas las partes de la piel de toro. Esa villa contaminada hasta la médula, que se hizo famosa precisamente por eso, por liderar los índices de contaminación de ciudades europeas y por las placentas negras de las parturientas que trajeron al mundo muchísimos hijos, muchos; también tenemos el honor de haber liderado el índice de natalidad de Europa en aquella época. Esa ciudad cargada de historia, que surgió a finales del primer milenio después de Cristo, poco después que Oviedo, aunque ya había asentamientos humanos anteriores, alrededor de la magnífica ría que desde tiempos antiguos sirvió de abrigo y refugio a los pequeños barcos de madera y vela que por aquellos tiempos surcaban los mares y los océanos. Y que la convirtió durante siglos en la segunda ciudad más importante de Asturias; esa ciudad que ya existía antes de Ensidesa, hoy Arcelor.

Y digo que aquí estamos y seguimos los avilesinos que después de la salvaje reconversión industrial ocurrida en los años 80, que hizo emigrar a gran parte de la población juvenil avilesina, y después de toda la enorme degradación ambiental causada por la industria, esa que dio de comer a tanta gente, empezábamos a ver cómo nuestra ciudad se llenaba de vida e ilusión alrededor de ese magnífico proyecto, cuyo edificio se ha convertido en el buque insignia y estandarte de esta pequeña ciudad de provincias: el Centro Cultural Oscar Niemeyer.

«Tenemos algo importante», pensábamos, «esto nos va a colocar otra vez en el mapa del mundo», «la gente va a poder comprobar lo bonito que es Avilés y quedarse aquí unos días, en vez de venir a Asturias y pasar de largo creyendo que no vale la pena detenerse para visitarlo». ¡El turismo puede ser una de las salidas para la crisis!

Los comerciantes, hosteleros, empresas de servicios y avilesinos de a pie hemos visto cómo nuestras calles se llenaban de turistas, cámara fotográfica al hombro, en los periodos vacacionales y puentes. También con motivo de los espectáculos programados por el Centro Niemeyer, como la magistral representación de «Ricardo III», de Shakespeare, donde el cartel de no hay entradas se colgó bastantes días antes de la primera representación. Los hoteles también colgaron el lleno completo. Hemos visto pasear por nuestras milenarias calles a personajes del mundo de la cultura, la música, las artes. Los periódicos, las televisiones y la radio han hablado de nosotros por cosas positivas... Los amantes de la arquitectura vienen para poder ver una de las obras del genial arquitecto brasileño... Avilés gusta, tiene tirón.

Y ahora un manto de incertidumbre y desolación nos envuelve, las luces del Centro Niemeyer están apagadas y su silueta en la penumbra se levanta grandiosa sobre las aguas del estuario avilesino.

¿Y ahora qué? Tenemos los ciudadanos culpa en las decisiones de nuestros políticos.

Cuando ejercemos nuestro derecho al voto estamos eligiendo a nuestros representantes, cuya labor consiste en gestionar lo que es de todos, de una manera justa y eficiente, al margen de intereses políticos partidistas. El Niemeyer no pertenece a ningún grupo político, el Niemeyer es de todos los avilesinos, de todos los asturianos y de todos los ciudadanos del mundo, y es cuestión de justicia que nuestros políticos se pongan de acuerdo y solucionen de una vez este problema, como lo hacen en otros asuntos cuando les interesa. Ellos saben hacerlo, están preparados para ello y entra dentro de sus competencias.

Creo que en este caso se está jugando con los intereses de toda una comunidad que había encontrado ilusión en un excelente proyecto cultural, lleno de contenidos. Se está jugando con los intereses de una ciudad que ha sabido siempre ejercer de anfitriona para todo tipo de gentes venidas de fuera y hacerlas sentir en casa. Y que está deseosa de abrirse al mundo y mostrar lo bueno que en ella hay. Una villa que quiere seguir creciendo, que desea ir hacia arriba.

Por eso le digo, señor presidente: ¿para cuándo se arregla lo mío, lo nuestro, lo de todos?

Yo creo que entre todos podemos. El Centro Niemeyer es bueno para Avilés, es bueno para Asturias. Es bueno para todos. Solo hace falta ponerle voluntad.

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