Borrón y cuenta nueva
Bueno, el cambio ya se ha producido y, como se esperaba, por mayoría. Rajoy ya es el nuevo inquilino de Moncloa. Rubalcaba, después de una feroz y encarnizada campaña electoral, pasa a ser oposición, que suponemos liderará. Rajoy, como Gary Cooper, se va a encontrar solo ante el peligro, pues va a tener en contra a casi todos los partidos políticos, sindicatos y separatistas en la calle, pancarta en mano. Y una papeleta que se las trae: ETA, cuya sombra siniestra aparece cuando hay un proceso electoral, en este caso con un abandono de la lucha armada que es un camelo y una engañifla, como no tardaremos en ver. Y su apéndice político, Amaiur, sorprendentemente, viene a ser el partido más votado en Euskadi. Como harán causa común con el PNV, el coñazo separatista que nos van a dar será tremendo. En cuanto al señor Zapatero, bueno, ya estará en su León. Sin más comentario, pues no se debe de hacer leña del árbol caído. La historia lo juzgará en su día. Descanse en paz, ZP, en su hamaca.
Y uno ahora se pregunta: ¿será este cambio la panacea, el remedio, para recuperar trabajos, ilusiones y esperanzas? No lo sabemos. Lo que sí sabemos, o intuimos, es que el enfrentamiento político de derechas e izquierdas va a ser ahora más feroz y encarnizado, cuando debiera ser todo lo contrario. Sí, que Gobierno y gobernados, obviando toda ideología e intereses de partido, hicieran causa común para que este cambio sea una realidad en todos los sentidos, con recuperación de cuanto la crisis y los políticos se han cargado. Esto o nos vamos todos, irremediablemente, a ese abismo en cuya orilla ya nos encontramos. Cambio es el deseo unánime del sufrido pueblo llano, hasta ahora defraudado por su clase política, cuestionada, que no ha sabido estar a la altura de las circunstancias.
Aquí, lo hemos dicho recientemente, nos importa un rábano que gobierne un partido de izquierdas o de derechas, lo que sí importa es que saque a España cuanto antes de este atolladero económico y político, que se recuperen todos los trabajos perdidos y que la paz y la unidad de nuestra tierra sean una hermosa realidad. Así lo deseamos, una vez más, desde nuestra independencia, objetividad y sin militancia política alguna. Y con el triste y doloroso bagaje de aquel pasado cainista.
Y si no hay borrón y cuenta nueva, y todo va a seguir igual como hasta ahora, política y catastróficamente, entonces los currantes nos veremos obligados a protegernos también con un escudo, pero no de antimisiles sino de antipolíticos.
Ricardo Luis Arias, Aller
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