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Carta abierta a Carmen Fernández, mi amiga

30 de Noviembre del 2011 - Carlos Muñiz Cueto (Gijón)

Fuiste mi compañera de trabajo durante muchos años. Y fuimos amigos a pesar de que no coincidíamos en nuestra perspectiva política. Recuerdo que en una ocasión te hice una pregunta indiscreta (algo que tú nunca harías, al no ser indiscreta) y te pregunté: «Carmen, ¿por qué eres de derechas?», y rápidamente sin dudar me respondiste: «Porque todas las personas buenas de mi entorno lo son». No tuve más remedio que sonreír y tú también lo hiciste. Es así como supe que coincidimos en mucho: nos preocupan las personas buenas, aunque desde distinto ángulo político. Por eso cuando me enteré por este medio de comunicación de lo que habías escrito, en seguida me di cuenta de que, siendo como eres discreta, te salió del alma pensando en todas las personas buenas asturianas que iban a salir perjudicadas, según tu opinión, con la elección electoral. También supe, inmediatamente, que tu intención no era ofender a nadie, sino plasmar coloquialmente lo inadecuado para ti del resultado electoral, y lo hacías en un entorno privado que creías cerrado. Pero cuando supiste que la gente se sintió ofendida, pediste disculpas inmediatamente. Obviamente, yo te las acepté al momento, pero no eran necesarias, sé que como buen asturiano soy suficientemente inteligente como para que me pueda ofender poniéndolo en duda tu manifestación.

Dicen que todos los grandes descubrimientos científicos surgen de una banal equivocación: como la de Newton por ponerse debajo de un manzano, o la de Fleming por ser poco pulcro en su laboratorio. Pero menudo descubrimiento científico has puesto en evidencia con tu equivocación; has desatado toda una pléyade de corroboraciones. ¡Y con la que está cayendo en Asturias! Lo acuciante políticamente resulta ser azuzar a las masas contra ti. No sé si es porque se ha leído poco a Elías Canetti en «Masa y poder» o porque se le ha leído mucho y se aplica muy mal. Yo he leído un estudio del profesor de Historia de la Economía Carlo M. Cipolla sobre «Las leyes fundamentales de la estupidez humana», resultando cinco leyes muy interesantes donde nos explica que: inteligente es quien se procura el bien para sí y para los demás, mientras que estúpido es aquél que, con tal de perjudicar a otro, es capaz de perjudicarse a sí mismo. Todo esto, dada la situación de Asturias, me hace reflexionar. ¿A lo mejor tu expresión sólo era eso, un acicate para hacernos reflexionar? Y es que el señor Cipolla nos revela las claves de todo este embrollo en un apartado de su libro «Allegro ma non troppo», y lo hace con una deducción escandalosa sobre el tema: [sic] «Hay que recordar que, según la segunda ley, la fracción ypsilon de personas que votan son estúpidas, y las elecciones les brindan una magnífica ocasión de perjudicar a todos los demás sin obtener ningún beneficio a cambio de su acción». Lo que asegura el mantenimiento de la fracción ypsilon de estúpidos entre los poderosos.

El caso es que he leído también el libro del periodista Pino Aprile «Elogio del imbécil» y sus cinco «Leyes sobre el fin de la inteligencia» con su preocupante quinta ley: [sic] «La unión no hace la fuerza, sino la imbecilidad», esclarecedora y preocupante sobre lo mismo que nos avisó Elías Canetti: ¿cómo se forma el huevo de serpiente del totalitarismo?

La libertad y la democracia son lo más importante, y eso lo sabemos los dos; sin embargo, ambas exigen mucha responsabilidad por parte de todos. No veo mucha responsabilidad en organizar todo este embrollo por una expresión coloquial en un entorno privado pero no cerrado. Realmente sus consecuencias mediáticas en internet corroboran la preocupante elevación de la fracción ypsilon. Esperemos que, con tu inestimable ayuda en la Junta General del Principado se pueda contribuir a su reducción.

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