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Pérdida irreparable

29 de Noviembre del 2011 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

Tranquilos, que no va de muertos. Al contrario, nos referimos a los 100.000 euros que pierden unos chicos muy vivos, los del Conceyu de la Mocedá de Gijón, al que las tijeras inexorables de la crisis recortan el presupuesto dejándolo en la mitad. De inenarrable califica J. Morán esta pérdida en su último «cormorán» (LNE, 26-11-11). Será por pura modestia, pues la prueba de que no tiene nada de inenarrable esa pérdida es que el propio Morán nos la narra con mucha soltura y con lujo de detalles en su amena columna.

A consecuencia de tan drástico recorte, la mocedá del Conceyu tendrá que renunciar –narra Morán– a viajes tan instructivos como el que hicieron, con presupuestos más generosos, a la ciudad rusa, hermanada con Gijón, de Novorossiysk. Para los que no son de Gijón tal vez convenga precisar que Novorossiysk es un puerto de mar en la región del Cáucaso. No cae muy cerca, pero los idiomas son muy parecidos (aparte de esa manía rusa de escribir en cirílico), lo que facilita los intercambios de puntos de vista económico-políticos y psicosociales, que es a lo que se va; y también los ligues (que, tratándose de mocedades, es lo que se trae de esos viajes). Con el fin de estrechar lazos, la mocedá de acá les regaló a la de allá unas cuanta becas para venir e estudiar bable en la Facultad del Milán.

Enseñar deleitando, no podía ser otro el lema del Conceyu en la villa ilustrada de Jovellanos. Una gozada lo del Conceyu de la Mocedá hasta que vino la regidora Moriyón con la rebaja. Hablamos de mocedá sin distinción de clases (que en Gijón apenas quedan) ni de partidos (sería criminal oponer mocedades y juventudes en la patria de Carrillo). Como para no ser socialista la mocedá de Xixón, tan generosamente ilustrada por el aparato municipal.

Esto es lo irreparable de los recortes: que la mocedá tenga que renunciar, por ejemplo, a proyectos tan instructivos como un viaje a Kolimá. Kolimá, allá en el extremo norte de Siberia, cae algo más fuera de mano que Novorossiysk, pero merece la pena (sobre todo, la pena). Allí montó Stalin lo que podríamos llamar su Universidad de Invierno, aprovechando que, con temperaturas de 50º C bajo cero, no hay bacteria capitalista que resista ni virus liberal que sobreviva. Una Universidad de Invierno como las nuestras de verano, pero a lo grande y a lo bestia. De allí salieron, de una larga lista de celebridades, premios Nobel como Solzhenitsyn. También es verdad que millones de educandos perecieron sin alcanzar el diploma elemental. No hay atajo sin trabajo y el socialismo real (globalmente positivo dicen los progres) nunca perdió de vista que la letra con sangre entra.

La mocedá recortada tendrá que conformarse con ir leyendo en casa, o en la biblioteca, los seis volúmenes de «Relatos de Kolimá», de Verlam Shalamov (antiguo alumno de Kolimá, donde estudió durante veinte años y se licenció de milagro). A no ser que pidan una bolsa de viajes al Banco de Santander, aprovechando que ZP le acaba de regalar el indulto, antes de cerrar las maletas, al delegado del banco. A la progresía, con el Banco de Santander siempre le quedará Botín. Pregúntenle, si no, a Garzón.

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