Urdangarín, un caso que da miedo
España se ha convertido en un país donde puede suceder cualquier cosa; la irresponsabilidad y villanía de mucha gente han llegado a unos límites difícilmente soportables: se miente, se roba y se cachondea uno de sus semejantes con total descaro y casi siempre impunemente. No vamos a recordar aquí la larguísima lista de chorizos, de todos los pelajes, que se llevan nuestro dinero crudo sin que les pase absolutamente nada, incluso los invitan a los programas de telebasura para que, bien pagados, nos cuenten sus fechorías.
Pero estos días han saltado a la luz algunos asuntos más llamativos que la habitual mierda, como diría un apreciado amigo; esta mierda hasta huele caliente. Uno de ellos es el tinglado en el que está metido el ministro de Fomento, José Blanco, en el que la fiscalía ya ha visto indicios de delito. El caso es grave, no tanto porque Pepiño se haya pasado años dándonos consejos e intentando engañarnos, como en la famosa huelga de los controladores aéreos y en los trazados y licitaciones de las obras públicas, mientras hacía de las suyas, sino porque es un miembro del Gobierno de España, aunque nos pese, todavía nuestro Gobierno.
Pero en este gallinero son pocos los que están libres de pecado, incluidas las más altas esferas. Con su libro «El precio del trono», la periodista Pilar Urbano se ha unido al grupo de apestados que llevamos años insinuando cosas que, por inverosímiles, según la Historia que nos han contado, parecen elucubraciones de lunáticos. Quién fue el verdadero brazo ejecutor de la muerte de Carrero Blanco o quiénes fueron los verdaderos protagonistas del golpe de Estado contra el presidente Suárez, por ejemplo. Y cuando digo insinuamos es porque la ciudadanía no podría resistir el golpe directo a las narices de la verdad, aún no es tiempo.
Vivimos en una España donde la soberanía no reside en el pueblo, aunque lo diga la Constitución; asistimos a una representación teatral de marionetas donde los auténticos personajes están entre bambalinas, en un Olimpo inaccesible, mientras la mayoría de mortales estamos metidos hasta las rodillas en la crisis y en otras cosas para algunos banales.
El «caso Urdangarín», con todo lo que está saliendo a la luz, es muy grave. Si el yerno del Rey ha caído en brazos de la corrupción y se demuestra que se llevaba dinero a manos llenas utilizando el nombre de la casa real en beneficio propio, será un auténtico escándalo, pero, si don Iñaki Urdangarín sólo era un intermediario o un testaferro, entonces podemos estar ante un caso que da miedo. Con todo lo que nos va a caer encima en los próximos meses ya tenemos suficiente.
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