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Mi vida en un segundo

31 de Marzo del 2009 - Luis Miguel Alvarez Martín (Castrillon)

Hola, mi nombre es un nombre cualquiera, tengo una familia cualquiera, tengo un trabajo cualquiera, con un puesto cualquiera y con un salario cualquiera. Pero acabo de morir...

Hoy me levante como otro día cualquiera, le di un beso a mi mujer, otro a mi hija de 12 años y otro a mi hijo de 6, como otro día cualquiera. De camino al trabajo recordé que le había prometido a mi hija que esta tarde la ayudaría con su trabajo de historia, a mi hijo que le enseñaría a montar en bici y que tenia que pasar por la agencia, a pagar el fin de semana romántico en un balneario, que le debía a mi mujer y que ahora que la hipoteca nos da un respiro, nos podemos permitir.

Como otro día cualquiera, comencé mi trabajo con toda la atención y seguridad que mi trabajo me permite, pues hoy en día el único lenguaje que entienden las empresas el de la rentabilidad. Pero siempre con el letrero de "La seguridad es lo primero" siempre visible en mi empresa. Todo transcurría con normalidad cuando pasó, un descuido o un error, pero pasó. Un accidente, mi vida transcurriendo en un segundo y yo sin poder hacer nada, ya estaba todo perdido, no ayudaría a mi hija con su trabajo, no enseñaría a mi hijo a montar en bici y no llevaría a mi mujer al balneario.

Desde mi situación me gustaría intentar concienciar a las empresas de que no se olviden de las personas, que al fin y al cabo son las que les hacen ganar dinero, primero trabajando para ellos y luego consumiendo sus productos. Y sobre todo, que perder dinero no es ganar menos que la competencia, ni ganar menos que en ejercicios anteriores.

Yo ya estoy muerto, por mi no pueden hacer nada, pero lo triste de esto es que volverá a pasar, y nadie hará nada. Crearan una comisión de investigación y tan solo dirán que fue un error humano, como si su intención fuera que los humanos trabajásemos con el margen de error de las maquinas y los mismos resultados productivos. Y sobre todo, que intenten conocer las condiciones de los trabajos que se realizan en sus empresas, en toda mi vida laboral nunca oí que nadie reconociera el estrés laborar o la carga de trabajo de peones, camarero, repartidores, ... como si solo los altos ejecutivos tuvieran derecho a que reconociesen esas situaciones en sus trabajos. Y a los gobiernos que hagan mas para impedir estas situaciones, que para algo prometen luchar por el bienestar de la población que además de elegirlos son los que les pagan.

Como ya he dicho, por mí no van a hacer nada, pero sí por los millones de trabajadores que aún hoy, en este país, llamado del primer mundo, se levantan todos los días para trabajar y se encuentran con la precariedad de sus puestos de trabajo, la dejadez de empresas y gobiernos ante estas situaciones.

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