A los vecinos de Ribera de Arriba
El pasado jueves 24 de noviembre se celebró en el Ayuntamiento de Ribera de Arriba un Pleno al que por primera vez acudí con ánimo de conocer cómo se desarrolla la política municipal en el concejo del que soy ciudadano desde hace veinte años, desde que nací.
Pensé que siendo el primero después de las elecciones generales, el equipo de gobierno socialista haría algo de autocrítica y me acerqué al edificio consistorial, en Soto de Ribera, para escuchar al señor alcalde y a los representantes de la oposición. Lo primero que me llamó la atención fue que en la sala de sesiones había sólo doce personas (9 concejales: 5 del PSOE, 2 de IU, 1 del PP, y 1 de Foro, más la secretaria, el interventor y mi humilde persona); es decir, vecinos del concejo, sólo uno: yo. Se ve que hay poco interés en el concejo por los asuntos públicos del mismo. Sinceramente, viendo su duración y cómo se desarrolló, solicito a más vecinos que se acerquen a la celebración de plenos para que se enteren de en manos de quién tienen puestos los asuntos públicos de nuestro concejo. El apoltronamiento, la dejadez, la soberbia, la prepotencia, el ordeno y mando, esto se hace porque lo mando yo, es de tal nivel en la persona del señor alcalde que me dejó perplejo, y con cierta sensación de malestar y repugnancia su actuación. Contestó con malos modos y faltas de respeto a las interlocuciones de los concejales de la oposición (que se tenga la mayoría no significa que se pueda despreciar al adversario político, pienso yo), dejó multitud de interpelaciones sin contestar, calificó de innecesarios los gastos que los vecinos solicitan para colocar un punto de luz en un túnel de una senda por donde transitan decenas de vecinos a diario con riesgo de caídas, para el desbroce de caminos afirmó que son los vecinos los que deben limpiarlos en sextaferias, se negó a facilitar información y documentación al resto de concejales sobre las obras que se realizan en el concejo, despreció las mociones que con carácter urgente presentaron los distintos miembros de la oposición, etcétera. Viendo lo acontecido, yo me pregunto: ¿para qué está el alcalde de Ribera de Arriba? Estoy seguro de que si los vecinos de Ribera de Arriba supiesen los modos de actuación del señor alcalde, su prepotencia y su desprecio a los problemas de los vecinos, incluidos sus históricos fieles, cambiarían el voto que le otorgaron en las pasadas elecciones municipales del 22 de mayo. En el Ayuntamiento de Ribera de Arriba está instaurado un «sistema feudal», no una democracia.
Borja Fernández Fernández,
Soto de Rey
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