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A veces sí, a veces no

5 de Diciembre del 2011 - Marino Iglesias Pidal (Gijón)

Claro que lo más importante es la llegada, el resultado final. Sin embargo, muchas veces el principio resulta determinante. Carreras como símil: en una maratón la salida importa bien poco, pero en los cien metros planos el arranque puede ser definitivo en el resultado final.

Rajoy, pienso yo, ha de tener un comienzo fulgurante, espectacular, para no la cagar. Las salidas de Usain Bolt son un visto y no visto: un visto para los profesionales, los expertos, que son capaces de ver y juzgar desde la postura hasta los mínimos detalles del impulso, y un no visto para el resto de los mortales, que lo único que veremos será si en ese primer paso ya le ha sacado o no unos cuantos centímetros al segundo. Pues bien, el primer paso de Rajoy ha de ser como un rayo, para que solamente pueda ser negado por los vampiros que han sumido a España en esta oscuridad que les es propicia, primero para cometer sus latrocinios y traiciones y ahora para amparar su impunidad, y, naturalmente, por sus incondicionales.

Es evidente que nuestra visión no es ilimitada, y que si un rayo cae más allá de los Pirineos no vamos a verlo, veremos más tarde sus efectos, de manera que esa descarga de energía inicial ha de producirse en el ámbito doméstico. La diana: los agentes que causan dolor. Pero no un dolor del que sólo conocemos los síntomas y que nos obliga a acudir al médico para saber las causas, además de por el tratamiento adecuado; no, hablo de ese dolor cuyas causas conocemos y para el que no tenemos un médico al que recurrir.

Habemos muchos que estamos fastidiados, los que más, los que han de vivir de un trabajo que les es imposible conseguir y los que ya sin poder trabajar recibimos una pensión miserable. Estos nuestros ojos, los de estos colectivos que acabo de mencionar, miran a los causantes de sus males y se atragantan con su impotencia mientras ven cómo los tales, políticos, banqueros, empresarios y sindicatos, sobre todo, siguen con sus vidas tipo Alí Babá, gobernando la cueva unos y subvencionados los otros por esos unos.

¡Ahí! ¡Esa es la diana! ¡Quítales la teta, Rajoy! ¡Que ganen lo que trabajen, que les paguen los que quieran contar con sus servicios y que se jubilen en las mismas condiciones que el común de los currantes! Amén.

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