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Las elecciones en Rusia

8 de Diciembre del 2011 - J. Jesús J. Suárez González (Gijón)

Uno de los mayores errores de los europeos occidentales es no tener suficientemente presente la importancia de Rusia para Europa. Estamos hablando del mayor país del mundo y el mas poblado del Viejo Continente, con más de 150 millones de habitantes. Pero Europa nunca será una verdadera potencia sin Rusia, que no solo es un gran Estado por tener unas de las mayores reservas de minerales, petróleo y gas del planeta, lo es, sobre todo, porque gracias al esfuerzo de sus habitantes cuenta con fábricas de alta tecnología en varios sectores estratégicos y porque, a poco que sea bien gobernada, tiene una potencialidad de desarrollo enorme. Por poner solo un ejemplo, baste decir que, en estos momentos, es el único país que, directamente o con el traspaso tecnológico a otros, lleva cosmonautas al Espacio.

La desaparición de la URSS, que en Occidente se celebró con alborozo, fue, sin embargo, un drama para millones de ciudadanos de las repúblicas que la componían. No toca analizar hoy las consecuencias que para los trabajadores occidentales está teniendo la desaparición de aquel contrapoder al capitalismo salvaje, pero, dejemos constancia de ello. La atrofia de un sistema que no fue capaz de evolucionar, las tensiones y enfrentamientos en las repúblicas islámicas de Asia y un presupuesto de defensa que absorbía casi el 40% del PIB, para poder competir con la OTAN, fueron algunas de las causas del desmoronamiento. Pero también, no conviene olvidarlo, los grandes esfuerzos que hicieron algunos dirigentes de potencias occidentales, como Ronald Reagan y Margaret Thatcher, el Papa polaco Wojtyla y algunos dirigentes domésticos como Mijail Gorbachov, que, mientras proclamaba la transformación democrática leninista y la reestructuración económica, en su libro Perestoika, ponía a su país de rodillas ante los EE UU y sus aliados.

Tras el paso por el poder del etílico Yeltsin, en cuyo mandato Rusia alcanzó las mas altas cotas de desorganización política y económica, caída en picado de los sectores productivos y miseria de una gran parte de la población, apareció en escena Vladimir Putin, antiguo jefe del KGB, que fuera fiel aliado del Secretario General del PCUS y efímero dirigente soviético Yuri Andrópov. Putin y un grupo de antiguos camaradas (El grupo de San Petersburgo) se hicieron con el poder y dieron un golpe de timón al camino que llevaba a Rusia al desastre, nacionalizando otra vez los sectores productivos con carácter estratégico, como el gas y el petróleo, reorganizando industrias muy importantes, como la aeronáutica, y dando un nuevo impulso a la producción agrícola de cereales, diezmada tras la separación de Ucrania. Es evidente que Putin y su lugarteniente, Dimitri Medvédev, han conseguido poner otra vez a Rusia en un lugar importante en la escena internacional, han mejorado su economía y han reorganizado el Estado, pero, al mismo tiempo, los ciudadanos han visto como las pensiones perdían mucho poder adquisitivo, la sanidad y otros servicios asistenciales se deterioraban y crecían alarmantemente las diferencias sociales.

Los ciudadanos aprecian en todo su valor los esfuerzos que ha hecho la actual cúpula dirigente para salvar a Rusia de la hecatombe, pero no parecen estar dispuestos que sea a costa de los más débiles.

En estas elecciones, el partido Rusia Unida, ha vuelto a ganar, pero ha perdido bastantes diputados. Los liberales del Yabloko, que dirige Grigori Yavlinski, han sido barridos de la Duma (parlamento ruso), ellos y Gorbachov han agitado el fantasma del pucherazo y organizado manifestaciones en varias ciudades. Es cierto que ha habido irregularidades, pero no lo suficientemente significativas para poner en duda el resultado electoral, eso sí, el partido socialdemócrata Rusia Justa crece y el Partido Comunista que dirige Guennadi Ziuganov sube espectacularmente, con casi un 20% de los votos y 90 diputados, el doble de lo que tenía, el PCR es un muerto que parece gozar de buena salud.

Vladimir Putin debería tomar buena nota y no olvidarse de los ciudadanos rusos que quieren mas cotas de democracia y, sobre todo, de justicia social.

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