Usos del lenguaje
Que un mismo mensaje según a quien se le diga tiene o puede tener un significado y efectos diferentes es igual que decir que no todos somos iguales, ni nos sientan igual las mismas cosas, que unos nacieron para una cosa y otros para otra, ni todos valemos para lo mismo aun cabiendo la posibilidad de que todo es susceptible de mejora, con esfuerzo y dedicación. Y en algunos casos el empeño por mejorarse consigue con el paso del tiempo ostensibles mejoras.
Pero para no desviarnos del tema en cuestión, vamos a poner por caso que Mariano Rajoy le dijese a Zapatero: «¡Vaya cómo nos ha dejado usted el país, señor Zapatero!», que tal como están las cosas no podría resultar muy gratificante para Zapatero. Y en el caso de que todo el mandato del ex presidente de Gobierno hubiera ido fabulosamente y el contento del país fuese generalizado, esta misma frase seguramente el hoy presidente del Gobierno se la ahorraría o sonaría a felicitación por cómo están las cosas, cosa completamente fuera de lugar para quien es su mayor contrincante.
Pues, está claro que aun diciendo exactamente lo mismo el significado puede ser o es diferente. Y puede dejar a unos conformes y a otros disconformes. De ahí la ambigüedad del lenguaje y las filigranas que se pueden hacer con el mismo. Y el que se sepa ubicar adecuadamente lo que se dice dentro de su contexto para una acertada interpretación.
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