¿Sin historia o sin memoria?
(Tres preguntas a Juan Naves, secretario de organización de UPyD).
Como bien dice, el PSOE es un partido centenario que ha trabajado mucho y bien para el progreso de este país. Con esta afirmación se abre, en LA NUEVA ESPAÑA del 08.12.12, la respuesta a José Viñas de Juan Naves, responsable de organización de UPyD.
Que el PSOE (PS en adelante) es centenario es cosa indiscutible. Que haya trabajado mucho es, en cambio, cuestionable; pero admitámoslo a beneficio de inventario. Que además haya trabajado bien, depende. Bien es noción ambigua cuyo sentido moral se define en el contexto. Por ejemplo, cuando hablamos de crimen perfecto, estamos sobreentendiendo que el criminal trabajó muy bien. ¿Trabajó el PS para el progreso del país? La mejor respuesta es dejar hablar a los hechos, sin adjetivarlos.
Los hechos: El PS tiene el mérito de haber dejado claro desde el principio que iba a lo suyo, siendo lo suyo la revolución, no la democracia parlamentaria, de la que se serviría sólo como medio. Consecuentemente, hizo cuanto pudo por desestabilizar la monarquía de la Restauración, y su primer diputado y fundador, Pablo Iglesias, se estrena en 1910 amenazando con el atentado personal al candidato conservador Antonio Maura. Con Primo de Rivera, el PS entró en el Consejo de Estado y la UGT se dejó mimar por la dictadura en detrimento de la CNT. El triunfo de la línea Largo Caballero fue un factor decisivo en el colapso de la Segunda República al romper el tándem Prieto-Azaña, que representaba la alianza de la socialdemocracia con el radicalismo burgués. De hecho, el PS protagonizó el golpe del 34 contra la República.
Durante la guerra, algunas de las checas más siniestras actuaron con franquicia socialista. El socialista Negrín, sostenido por los comunistas, impuso la política de guerra a ultranza, de nuevo frente a Prieto y Azaña, partidarios de una paz negociada que hubiera evitado muchos miles de muertos y entreabierto la puerta a una evolución democrática. Viendo la guerra perdida, no dudaron en saquear las cajas de particulares en los bancos y el patrimonio de museos y catedrales para constituirse, digamos, un fondo de pensiones para el exilio (botín del yate «Vita»). Negrín se ufanaba de ello («Diarios» de Azaña). Durante la larga travesía del desierto del franquismo, el PS ni está ni se le espera o ni sabe ni contesta. Con la Transición asistimos a un desembarque masivo, en la nomenclatura de un PS improvisado, de los cachorros más desinhibidos del establishment franquista.
El resto, desde entonces, más que historia es la prosa de la espesa actualidad. En muchos lustros de ejercicio del Gobierno, el PS ha demostrado que lo suyo no es ni la democracia ni la revolución. Ni la democracia, cuando decreta y celebra la muerte de Montesquieu (ahí tenemos al Constitucional reconvertido en la vitrocerámica del Ejecutivo, cuando el chef de la Moncloa se aparta de los fogones para anunciar a los invitados de Bildu, un poco inquietos: Se está cociendo y huele bien. Otra cosa es cómo huela lo que queda del Estado de derecho). Ni la revolución: en el 82 llegan al poder con el eslogan de que España no aguanta un millón de parados, y se retiran en el 96 dejando tres millones y medio. En 2008 triunfa ZP con el lema «Por el pleno empleo», y ahí nos deja cinco millones y medio. Y es que, desmintiendo en permanencia la fraseología progresista, la práctica política del PSOE ha funcionado como una factoría de nuevos ricos (muchos) y de nuevos pobres (a montones). Ahora mismo la nomenclatura socialista, en derrota y en retirada, trabaja a brazo partido por conservar su particular Estado del bienestar.
En este sumario de fechorías no están todas las que son, ni mucho menos. Pero lo son todas las que están.
Y aquí vienen las preguntas: ¿niega Naves los hechos reseñados?, ¿o acaso los ignora?, ¿o es que los valora positivamente? Lo lógico sería que quien da con un partido que trabaja mucho y bien por el progreso del país se quede en él para trabajar más y mejor, en vez de sacarse de la manga uno sin historia para hacer más de lo mismo. Se diría que Naves y Viñas, para su valoración del socialismo, beben en la misma fuente (Que no debe de ser otra que la web del Partido Socialista).
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