¿Cambio climático? ¿Eso qué es?
Lamento y me indigna profundamente que todavía pululen por la prensa señores instruidos que persisten en ignorar los informes y las predicciones científicas sobre el cambio climático. Si les dices a hombres como Javier Neira que el aire de tu ciudad cada vez es más irrespirable o que el deshielo de los polos progresa adecuadamente cada curso escolar, te tildará de lunático, hasta de antipatriota.
¿Que en China ha aumentado estrepitosamente la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera en la última década? Peccata minuta, te responderá Javier con una sonrisa condescendiente. ¿Que la selva amazónica pierde miles de kilómetros de masa arbolada cada año? Minucias, te espetará. Bobadas, cosas de perroflautas de izquierdas con tintes antisistema y ansias totalizadoras. Eso son paparruchas de gente que no tiene otra cosa que hacer que compadecerse de los animalitos y que se extasía al contemplar un paisaje porque no poseen inversiones en Bolsa que atender o yates que mantener. Y es que, claro está, para hombres como Javier Neira resulta igual de ecológico el vapor de agua de un baño termal que el humo que sale del tubo de escape de los coches o de la chimenea de una fábrica de papel. Él lo tiene tan claro que, probablemente, sería capaz de demostrártelo si le regalas una casa en cualquier barrio industrial de una ciudad contaminante europea. Él se asomaría diariamente ocho horas a la ventana que colindase con la fábrica de turno y te perjuraría que igual de inofensiva es la brisa que inhala ahí que la que podría respirar en un bosque de los Pirineos. El ser humano es el rey de la Naturaleza, todo lo puede y él y, por ende, el resto de los mortales también, cómo no.
Me descorazona que personas cultas e inteligentes nieguen realidades sólo por el hecho de que desentonan con su ideología. Ser partidario del neoliberalismo no debería ser sinónimo de ser partidario de la mentira y de mirar para otro lado. Claro que hay mucha gente que se aprovecha y se ha aprovechado mezquinamente del tan cacareado cambio climático pero negar que jamás en la historia hemos agredido tanto al medio ambiente como en épocas actuales y que eso no puede tener repercusión alguna en la atmósfera, es un atrevimiento que sólo puede encubrir dos cosas: una maldad peligrosa o una ignorancia supina. Confío que Javier Neira simplemente haya querido gastarnos una broma, aunque, eso sí, de muy mal gusto.
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