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Sobre Bolonia y la educación universitaria

4 de Abril del 2009 - Jose María Álvarez de Con (Cangas de Onís)

En primer lugar, quiero pedir disculpas por los errores de sintaxis y las faltas de ortografía que cometeré sin duda en las siguientes líneas. No en vano, no se puede olvidar que soy una víctima más de la LOGSE y las sucesivas leyes de reeducación que nos ha tocado sufrir a los miembros y miembras de mi generación y dudo mucho que el corrector de Word tenga mucho más dominio del español que yo.

Han querido los hados que este año plante mis reales en la archifamosa ciudad de Bolonia.

Bolonia es una ciudad del centro-norte de Italia que era famosa por sus torres (se puede decir que era algo así como la Manhattan del Medievo), su exquisita mortadela, por una de las formas más conocidas de cocinar la pasta y por albergar la universidad más antigua de Europa (1088 dC). Y digo era, porque actualmente la que fue ciudad de inspiración de Dante, lugar de las reflexiones más trascendentales de Copérnico y cuna del humanismo italiano (con permiso de la vecina Florencia), ha saltado a la palestra europea por haber sido también cuna del mayor engendro educacional con el que hasta la fecha nos han honrado nuestros sabios políticos.

En Europa soplan vientos de cambio, llevamos demasiados años anquilosados, recreándonos en nuestras viejas costumbres reaccionarias y es necesario un gran cambio que nos devuelva al lugar que merecemos. Ante este problema, nuestros representantes han decidido tomar cartas en el asunto y gestar un innovador sistema educacional que uniformice criterios para crear un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).

Quizá para los españoles este sistema no resulte tan innovador, ya que por primera vez en la historia sospecho que Europa nos va a hacer caso, y puestos a homogeneizar, uniformizar y redondear, en cuestiones de educación es mucho mejor hacerlo por lo bajo. No vaya a ser que después nuestros jóvenes se sientan discriminados, traumatizados o presenten problemas de interacción psicosocial y afectiva cuando el profesor de turno les tape el baricentro con un buen insuficiente.

Pese a la patente falta de información, el plan Bolonia presenta, a mi modo de ver, dos grandes problemas.

En primer lugar, el nivel de conocimientos empeorará ya que los estudios de grado (que sustituirán a las diplomaturas y licenciaturas) contarán con una media de 240 créditos (4 años) frente a los 375 actuales (5 años) que por ejemplo tiene Ingeniería de Telecomunicaciones, lo que para los no doctos en el tema significa reducir en gran medida el número de horas lectivas por asignatura o lo que sería peor, el número de asignaturas.

Para los que finalicen estos estudios de primer grado y aún no sientan satisfechas sus ansias de conocimiento, podrán acceder a una especie de cursos o másters de especialización (uno o dos años de duración) previo pago de cantidades aún no establecidas pero que podrían fácilmente rondar los varios miles de euros (con lo cual el sistema educativo se haría aún mucho más accesible y universal).

El método de enseñanza también cambiará y por lo visto, aparte de que la presencia en las aulas será obligatoria (esperemos que no evalúen el comportamiento), serán los alumnos quienes tengan que demostrar sus capacidades cognitivas haciendo gran variedad de trabajitos en equipo, buscando la información y los apuntes cada uno por su cuenta o en equipo (que es algo muy de moda y que encandila a nuestros educadores) y procurando aprender de la manera más interactiva, igualitaria e inútil posible a ser buenos ciudadanos europeos mientras los profesores se rascan la bisectriz.

No es de extrañar que si finalmente se implanta este sistema, nos encontremos en un futuro con ingenieros que no sepan quienes eran Euler o Maxwell, abogados que basen sus defensas en argumentos sacados de las revistas del corazón o historiadores que crean que la «marcha verde» supuso el nacimiento del movimiento okupa, que la batalla de Trafalgar no fue más que unas maniobras conjuntas de la OTAN o que doña Juana la cautiva de Tordesillas fue una chica a la que su familia recluyó por colgar unas fotos suyas en el Tuenti en plan putón verbenero.

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