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Reflexiones varias

31 de Diciembre del 2011 - Fernando Rodríguez Hompanera (Oviedo)

–Seguramente el mayor dolor que existe es que una madre vea morir a su hijo. ¿Os dais cuenta del sufrimiento que tuvo que soportar nuestra Madre del Cielo, la Virgen María, al ver morir a su Hijo, a nuestro hermano Jesucristo. Y murió porque quiso, nunca lo olvidemos. Así que fijaos el inmenso amor que nuestro Padre Dios nos tiene, porque somos sus hijos, aunque adoptivos, pero sus hijos, por lo que un cristiano nunca debe sentirse solo, porque, al menos, tenemos estos tres amores, que siempre van a estar con nosotros, porque, aunque los rechacemos y nos olvidemos de ellos, su amor nunca nos puede abandonar, porque eso sería imposible, ya que iría contra su propia naturaleza.

–¿Coméis una vez a la semana o coméis todos los días? Quizás os parezca una pregunta extraña, pero ¿nos podemos conformar con asistir solamente el domingo a la Eucaristía? ¡Y ojalá al menos fuera así en muchos cristianos! No sé vosotros, pero yo necesito acudir a la Santa Misa todos los días. ¡Si nos diéramos cuenta de cuánto la necesitamos! Un cristiano no debe, no puede, vivir sin Eucaristía.

¿Soléis leer la Biblia, la palabra de Dios? Un día escuché en una película que la Biblia es una carta de amor de Dios. Todos los que alguna vez recibisteis una carta de amor del novio/a seguramente nunca os cansáis de leerla. ¿Y la Biblia? Es la mejor carta de amor que se haya escrito o se escribirá.

–¿Cuándo rezamos en el Padre Nuestro «hágase tu voluntad», ¿lo deseamos realmente? Toda nuestra vida debería ser la voluntad de Dios. Hay personas que quieren vivir muchos años y deberíamos decir «hasta que Dios quiera», porque lo importante no es añadir años a la vida, sino vida al tiempo que Dios nos dé. Y para un cristiano esa vida debería ser amar; ser los brazos de Jesús para poder ayudar –¡y tantas veces no lo hacemos!– a todos los que nos encontremos, porque en cada persona que sufre está Cristo, por lo que el que tiene la suerte de poder ayudar debería dar gracias. Y de todo este tiempo que Dios nos regala, ¿cuánto le dedicamos a Él?

–Nunca debemos olvidarnos de las personas de las que Dios se sirvió para que tuviéramos fe. En mi caso fue mi madre, una madre que todo hijo desearía tener. Gracias, Dios.

En todas estas reflexiones hablo del inmenso amor que Dios nos tiene. ¿Y nosotros a Él? Os voy a contar una pequeña historia: «Iban paseando un maestro y un alumno y el alumno le preguntó: maestro, ¿qué es amar a Dios? Y el maestro le responde: ¿ves aquel arroyo? Ahí vas a descubrir lo que es amar a Dios. Llegaron al arroyo y el maestro le dice: metámonos en el agua. Y, una vez dentro, el maestro le sumerge unos segundos la cabeza al alumno, tras los cuales le pregunta: ¿cuándo te tenía sumergida la cabeza, ¿qué es lo que más necesitabas? Y le contesta: el aire». ¿Nosotros necesitamos el amor de Dios como el aire? Hasta que no lo necesitemos así, no lo amaremos como Él se merece y no hay nada ni nadie que pueda hacernos tan felices como tener a Cristo en nuestros corazones.

Con respecto a la catequesis, quizás algunos penséis que os gustaría ser catequistas, pero la timidez, la cobardía... Seguramente en la parroquia el más tímido y cobarde soy yo y aquí estoy dando gracias a Dios, porque los catequistas tenemos la inmensa suerte de trabajar para Dios y con lo mejor del mundo, que son los niños. Y para serlo no hacen falta grandes estudios universitarios. Sólo se requiere amar a Dios, asistir a Misa, al menos los domingos, y querer a los niños. A esto pienso yo que también habría que añadir: orar todos los días, acudir al sacramento de la penitencia, por lo menos en Adviento y en Cuaresma, defender siempre la vida y el único matrimonio válido ante los ojos de Dios. ¿Creéis que es mucho pedir? Yo opino que no, porque es lo mínimo que todos los cristianos deberíamos tener. Así que, si podéis ser catequistas, ¡ánimo! No os arrepentiréis.

En el debate del 7 de noviembre Rubalcaba habló del derecho de la madre de poder decidir. ¿Decidir sobre qué? ¿Sobre la vida de otra persona? Claro que para alguna ministra, que por desgracia tuvimos, y para otros el no nacido, durante las primeras semanas, es un ser vivo, pero no un ser humano. Pues a ese ser vivo, que llaman ellos, Dios ya le ama infinitamente y, si Bibiana, Rubalcaba, etcétera, sintieran en su corazón lo tantísimo que Dios les ama, se darían cuenta del error tan grande en el que están. Quizá necesitan que recemos por ellos.

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