¿Nos podemos permitir este daño mediático a la «marca Asturias»?
No señores, no, ahora no está abierto el Centro Cultural (¿internacional?) de Avilés. Está abierta la plaza de acceso al Centro, solo faltaría. La diferencia sustancial entre el antes y el ahora es que antes Avilés y Asturias se estaban beneficiando del impacto mediático/publicitario, desde mucho tiempo antes (cuatro años) de disponer, siquiera, de los edificios, y así lo atestiguan las conferencias de Win Wenders, Carlos Saura, Omar Shariff, Sam Mendes, los conciertos de Paco de Lucia, Yo Yo Mah o la representación de The Tempest por el Old Vic de Londres, en el Palacio Valdés. El edificio era el pretexto.
Y después, con el edificio, ¿es que alguien va a negar que aquí han venido cientos de periodistas de todo el mundo a cubrir la inauguración, las diversas jornadas de la ONU, el «The New York Times», «Arts and Leisure Time», etcétera, etcétera? Es decir, una increíble presencia en los medios más prestigiosos del mundo.
Aquí se estrenaron películas de Woody Allen, se estrenó «¿Para qué sirve un oso?», se pasó la premier de Margin Call, volvió el Old Vic con Ricardo III y con Cart Macabre, vino Luz Casal, Vetusta Morla, Serrat, Dragó, Arrabal, Willie Nile, John Mayall, Paquito de Rivera, Jessica Lange, Gilberto Gil, Saura, Julian Schnabel, Jackson Browne, Maria Pagés, etcétera, etcétera. Un período que recordaremos en Avilés como un sueño.
Ahora, por el contrario, tenemos el peor de los escenarios: los edificios vacíos, sin nombre y sin actividad cultural y, por añadidura, un impacto mediático que se nos antoja más que negativo, devastador (piensen ustedes a ver quién querría participar con su capital privado en una aventura así). Un período este que estamos viviendo en Avilés como una pesadilla.
No señores, no, una programación con impacto mediático, positiva para el sector turístico y para los intereses de Asturias no se improvisa. Y el hecho de que a estas alturas ni siquiera se esbocen las líneas futuras es muy grave, porque puede resultar catastrófico para la imagen que pretende proyectar la Marca Asturias. Catastrófico porque lo que se está haciendo con la marca es totalmente antipublicitario: mostramos al mundo un claro exponente del tribalismo imperante entre los asturianos.
Estos autodenominados gestores sabían, meridianamente, hace cinco meses que se quedarían con el Centro, desplegaron toda su capacidad de crítica pero no se molestaron siquiera en esbozar un borrador de programa; sabían, desde que llegaron, que no habría dinero público para soportar semejante tarea y, sin embargo, ahuyentaron todos los posibles patronazgos privados. No se puede actuar con menor sentido de la responsabilidad hacia nuestra marca. Además, ahora nos anuncian que será autosostenible (ya imagino el precio de un abono para la Temporada de Ópera de Oviedo si tuviese que ser autosostenible); pues bien, en estas condiciones más de uno pensamos que ya pueden ir quitando también el término de Internacional de la denominación del Centro.
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