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Cómo tratar a los nativos americanos

8 de Enero del 2012 - Juan Goti Ordeñana

Recientemente fue el quinto centenario de la primera y gran protesta de la forma como se hizo la conquista de América por los españoles. Era el cuarto domingo de adviento del año 1511 cuando en la isla de Santo Domingo se levantó una voz condenando la actitud de los españoles que sometían a condiciones infrahumanas a los nativos en los trabajos de sus encomiendas. Según cuenta Bartolomé de las Casas, fue un discurso pronunciado por Antonio de Montesinos, en nombre de la comunidad religiosa de los Dominicos, y que volvió a repetir el domingo siguiente. Sin entrar a discutir de dónde sacó el texto De las Casas, pues no estuvo presente, ya que en aquel tiempo era encomendero en Cuba y no estaba preocupado por estos temas, y dejando la crítica interna que se puede hacer al texto, enunciamos las dos materias que se ponen como problemas: el juicio sobre el sistema de encomiendas y la pregunta: ¿con qué autoridad se ha hecho tan detestable guerra a quienes estaban en sus tierras pacíficamente? Así se expresó Montesino:

«Para os los dar a conocer (los pecados contra los indios) me he subido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto de esta isla, y por tanto conviene que con atención, no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos la oigáis; la cual voz os será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír». Esta voz encareció por buen rato con palabras muy pugnitivas y terribles, que les hacía estremecer las carnes y que les parecía que ya estaban en el divino juicio... «Esta voz, dijo él, que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?, ¿con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curarlos de sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan a Dios y criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened, por cierto, que en el estado en que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo».

Los españoles se soliviantaron y protestaron inmediatamente ante el gobernador que era Diego Colón, hijo del Almirante, porque se cuestionaba la legitimidad de la autoridad de los reyes españoles. Pedro de Córdoba, prior de la comunidad de dominicos, trató de explicar los hechos y manifestó que era el parecer de toda la comunidad. Al domingo siguiente Montesinos, con objeto de aclarar las cosas, volvió a tratar el tema y siguió siendo tan duro como el domingo anterior, reafirmándose en lo que había dicho, y amenazando con negarles el sacramento de la confesión si no se corregía el trato a los indios y con comunicar a la corona la situación que se había creado.

Subtítulo: Quinto centenario de la primera gran protesta del Descubrimiento

Destacado: Probablemente en aquel momento todos pensaron en la situación de enfrentamiento que se había creado entre gobernantes y religiosos, sin advertir que de ello iba a seguir una nueva orientación teológica y jurídica en los estudios

Directamente sólo se atacaba el mal trato que recibían los indios de los españoles, y se apuntaba el problema de la ocupación de aquellas tierras. Como anota bien García y García, no se condenaba directamente la guerra, sino solamente se preguntaba: ¿quién había sido la autoridad que la había ordenado hacerla, y si tenía suficiente mandato. Con esta expresión se quiso acusar la crueldad de aquella guerra, no la conquista, pero pronto se empezó a cuestionar la misma conquista?

Probablemente en aquel momento todos pensaron en la situación de enfrentamiento que se había creado entre gobernantes y religiosos, sin advertir que de ello iba a seguir una nueva orientación teológica y jurídica en los estudios, como explica Chacón y Calvo: «La situación estaba clara en medio de su gran violencia. Los frailes no podían nada. Diego Colón y sus compañeros lo podían todo. A pesar de esto, no se atrevieron a expulsar a los religiosos, que siguen firmes en su propósito, a pesar de negarles toda asistencia. En aquellos momentos en la humilde residencia de unos oscuros frailes surgía un derecho nuevo. Un derecho de profunda raíz teológica».

Así se planteó desde su raíz el problema de los derechos humanos. Era el enfrentamiento de las pretensiones políticas y económicas, con los ideales teológicos y de este enfrentamiento surgieron los derechos humanos.

Ambas tendencias corrieron a buscar el apoyo de Fernando el Católico, en aquel momento Regente de su hija Juana. Éste convocó las Juntas de Burgos, donde se dieron normas de cómo tratar a los nativos de la América descubierta.

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