Homenaje a un lector en el 75.º aniversario
Manuel González Vázquez: tenía que haberte escrito esta carta hace seis años, el día 31-12-2005, y leerla delante de tus familiares y amigos, pero no tuve valor para hacerlo. Luego va pasando el tiempo y, por uno o por otro, no lo hice. Ya sabes, siempre fui un poco vago. Ahora que se acaba de celebrar el 75.º aniversario de LA NUEVA ESPAÑA y he visto que han salido personajes asturianos para celebrar la efeméride, me dije que ésta era la ocasión. Has sido una persona sencilla pero un lector habitual de este periódico durante más de cincuenta y cinco años, y por ello creo que mereces salir, ya que hasta la fecha solamente se ha publicado tu nombre en dos ocasiones, previo pago o (R.), una por del fallecimiento y la otra en el aniversario.
Papá, que sepas que has sido una persona que sólo has vivido para tu familia, padres, esposa, hijos y hermanos. Que tu esposa, hijos y nietos te queremos y te echamos de menos. Que has sido un trabajador infatigable y has ayudado a tus padres, suegra, hermanos, cuñados en todo tipo de tareas, empleando tus días libres o vacaciones. Has inculcado a tus hijos y nietos que hay que trabajar y cumplir, para luego poder exigir, aunque lo intentamos no te llegamos ni al tacón. Que has sido honrado con todo el mundo y con tus ideas. Que te has desvivido por todos nosotros y estoy seguro de que eso fue lo que te llevó de este mundo antes de tiempo, ya que te has ido con una salud envidiable y una fortaleza física que yo nunca he tenido. Nunca has ido al cine, de vacaciones, excepto un par de veces, ya jubilado, pocas veces a la playa. Los últimos años ibas de excursión a regañadientes, aunque luego disfrutabas, también algún domingo salías a comer con mamá, y disfrutabas de los eventos familiares de bodas, bautizos y comuniones.
Por citar algunos de los trabajos de pluriempleo que hiciste para llevar algún ingreso extra a casa, aparte de ser fogonero de la Renfe: el de segador a guadaña contratando los praos con los propietarios, ayudar en las labores agrícolas a la familia y trabajar en una tejera (hoy sería cerámica) que era en aquella época un trabajo durísimo físicamente además de la temperatura, y porque lo desempeñaban los marginados de la sociedad, estaba muy mal visto porque eran personas que no tenían familia, vivían en barracones en la misma empresa y el sábado gastaban todo lo de la semana en beber y comer algo. Todo esto lo hacías en horas libres, descansos y vacaciones.
Has sido un ejemplo para nosotros. Cuando te menciono con alguien que te ha conocido, compañero, amigo, siempre me habla muy bien de ti, un buen paisano, una buena persona y me cuentan anécdotas de algunos apuros de lo que les sacaste; y aunque yo lo sé, me enorgullece oírlo. Y eso que tus últimos años ejercías de jefe de maquinistas, con los problemas de compañeros que puede conllevar.
Me dicen que te has ido en unas fechas muy malas y yo les decía que cualquier fecha siempre sería mala. Me queda el mal sabor de boca de no haber hablado más cosas contigo, pero eso le debe de pasar a más gente.
Todos dirán cosas buenas de sus padres, pero que a la vez sean cariñosos, trabajadores, honrados y se desvivan tanto, serán los menos. Y cómo tú, ninguno, eres único. Eres mi padre.
Te quiero, papá, y te lo mereces.
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