El doctor Jorge González Pinto era un payo bueno...
Ha muerto anteayer, justo el día de su 50 cumpleaños, y sus compañeros aún no lo podemos creer... Salía de guardia después de 17 horas sin parar, como siempre, y se fue de repente, como si fuera una de sus bromas.
Era bueno, conciliador, vital, entregado, alegre aunque serio en su trabajo, cumplidor más allá de su horario, gracioso como un niño y responsable como un gran hombre, estudioso de la verdad, insolidario con la injusticia...
Le quería todo el mundo, del verbo querer, porque era imposible no adorarle, y sólo 2 minutos de saludo te alegraban el día porque siempre tenía una frase cariñosa para hacerte sonreír.
Nunca, lo que se dice nunca, tuvo un conflicto con ningún compañero o jefe, y lejos de ser un "pelotas" era servicial y agradecido, daba gusto trabajar con él. Te contagiaba su vocación y te hacía corta la guardia más larga.
Taxistas, técnicos de ambulancia, enfermeros, personal de seguridad, SAMU, administrativos, personal de limpieza, fisioterapeutas, matronas, higienistas, dentistas, residentes, jefes y pacientes, toda el área-III de Atención Primaria del SESPA lloramos su desaparición en la tarde gélida del día de la lotería, maldita lotería la de la muerte...
Al salir hoy de mi trabajo una señora frente a su esquela me ha preguntado con sumo respeto: "Señorita, que no sé leer, ¿quién se ha muerto de ustedes vosotros?"... Le he explicado la triste noticia y ella es ahora la autora de la mejor definición de nuestro Georges: "Ay, señorita, ese doctor era un payo bueno..."
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