La Nueva España » Cartas de los lectores » ¿Delenda est monarchia?

¿Delenda est monarchia?

29 de Diciembre del 2011 - Antonio de Pedro Fernández (Cangas de Onís)

La expresión que Ortega consagrara afirmativamente en el diario madrileño «El Sol», del 15-11-1930 y que sólo menos de un año después (14-4-1931) se hacía realidad puede hoy hacerse de forma interrogativa. No se me escapa que otras son las circunstancias, pero ante tal interrogante, a la vista de lo que está ocurriendo, pienso que todavía no, pero se está más cerca de cumplirse.

Los acontecimientos por los que está pasando la Corona, propiamente la misma Monarquía, han abierto la veda de la crítica social; su papel, sus manejos y quehaceres están entre los primeros asuntos del quehacer político-institucional español. En el fondo subyace la no resuelta vigencia –si se quiere, legitimidad– de la monarquía borbónica. Hija de un oscuro «entendimiento institucional», subrepticiamente legitimada por un referendo constitucional, amparada y protegida por un manto de silencio y «pretendidas» acciones salvadoras a una democracia incipiente, por lo demás poco claras, está sacudida, hoy, en su seno, por supuestos casos de corrupción. Es hora ya de ahondar, de quitar velos, de sacar a la luz escondidos y cómplices manejos seudodemocráticos. ¿Quién, a poco que se analice, puede creer que la máxima figura institucional del Estado no conociera o intuyera que los manejos económicos de uno-o-dos de los miembros de la Casa Real no se adecuaban al papel que la Constitución les asigna?

Cada vez se alejan más los días en que en este país manifestarse republicano o cuestionador de la monarquía era poco menos que ser considerada una conducta antipatriótica. La verdad es que el pueblo español no es monárquico, en el mejor de los casos es un tanto indiferente hacia el sistema de gobierno que deba establecerse. Durante muchos años ha estado bajo el manto protector de un Rey salvador de la democracia y de una Familia Real queriendo ser simpática, en olor de marujas y papanatas y con visos de querencias plebeyas; todo esto en nuestros días, cuando menos, está en cuestión, hasta el punto de que los programas televisivos del corazón se permiten hacer del entorno real objeto de sus «realitys» grotescos.

Desde la instauración borbónica, «y que por respeto constitucional a la máxima magistratura del Estado», los gobiernos que se han sucedido han acatado sin rechistar, sin crítica u observación alguna, una monarquía impuesta. Esto es especialmente relevante en el caso del PSOE. Sus dirigentes, en especial aquellos con responsabilidades de gobierno, se hicieron –y se hacen– mieles de su convivencia con la realeza. fueron más allá del respeto y acatamiento al sistema institucional establecido; ni con la boca pequeña, por lo bajines, hicieron en algún momento alarde de su fe republicana. El PSOE ha sido –y es– leal servidor de Su Majestad, pero no le faltará oportunidad, como ya ha sucedido en el pasado, cuando España sea republicana, para que los autodenominados socialistas pretendan hacer valer su tradicional «fe republicana».

Los dados han empezado a rodar. Día a día, las críticas se acentúan, proliferan los análisis sobre una institución que un contubernio de los que han gobernado pretendió mantener más allá de la realidad social nacional, pero ya no es posible ocultar la realidad: la institución monárquica tiene plomo en el ala; ha dejado de estar más allá del bien y del mal, si acaso más cerca del mal y si hasta el momento el Rey y el heredero parecen estar fuera del juego democrático de la opinión pública, ¿hasta cuándo permanecerán incólumes al severo juicio del pueblo español?

España ha estado demasiado tiempo sumida en una hipocresía institucional. Hora es ya de quitarse caretas, de enseñar el verdadero rostro. Pienso que en la sociedad española aparecen signos alentadores. Y no valen medias tintas. De ahí que hechos como los sucedidos en la instalación de las cámaras legislativas, fórmulas como las «prometer por imperativo legal y a reserva de mis convicciones republicanas», son demostrativos de que el sentir democrático de amplios sectores españoles han perdido el miedo al chantaje de una seudoinstitucionalidad pretendidamente dominante y hacen gala de un verdadero sentir democrático.

Como colofón, permítanme vaticinar que no será hoy, tampoco mañana, pero, sin duda, en un mañana, no tan tarde, España será republicana.

Antonio de Pedro Fernández, Cangas de Onís

Cartas

Número de cartas: 46062

Número de cartas en Septiembre: 166

Tribunas

Número de tribunas: 2086

Número de tribunas en Septiembre: 8

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador