¿Qué vas a hacer en Nochevieja?
¿Qué vas a hacer en Nochevieja? ¿Cómo la vas a celebrar? Son preguntas frecuentes cuando, especialmente, se ha sobrepasado la Navidad. Realmente, la última noche del año, la que llamamos Nochevieja, le corresponde un tiempo de celebración muy corto, casi efímero a veces, porque es la noche del nuevo año la que más se alarga en el tiempo, la que recibe todos los honores y la que se convierte en la noche más fiestera, mágica y supersticiosa de todo el año. Es por ello, que en ciertos países a la Nochevieja se le llame la Víspera del Año Nuevo. Por supuesto, en los regidos por el calendario Gregoriano.
Como quiera que sea, la fiesta de la Nochevieja comienza con la celebración de una cena muy presumida y acicalada pero menos casera que la de Navidad porque, aunque de todo hay, es una fiesta que presume de viajera y de ser celebrada lo más lejos posible del hogar. Es, además, una cena "contra reloj", ya que exige un tiempo de duración limitado y perfectamente calculado -sobremesa incluida-, a los tiempos que marcan las agujas del reloj. Y es cerca de la medianoche, cuando la aguja grande del reloj parece correr con más premura que nunca para poder alcanzar a la más pequeña, que ya lleva demasiado rato instalado en las 12 esperando el momento de la despedida. Y, cuando ya juntas parecen sólo una, es cuando tienen el honor de despertar en el ánimo de las personas todos los buenos deseos, abrazos y besos que durante el resto del año se guardaron para repartirlos en tal sonado momento.
Los relojes de los más importantes campanarios de las plazas de pueblos y ciudades se convierten así en los protagonistas indiscutibles de la noche, porque saben que son el objetivo de las infinitas miradas que hay concentradas en ellos, no sólo por los cientos o miles de personas que los acompañan a pie de plaza, sino por los millones que los contemplan por las múltiples pantallas de comunicación: televisión, ordenadores, y demás artilugios electrónicos. Y eso siempre da mucho gusto y empaque.
El Año recién nacido, ya casi embriagado de tanto brindis y buenos deseos, se asoma atónito al mundo de las personas que celebran su nacimiento con los múltiples rituales que realizan en nombre de la buena suerte. Tradiciones y supersticiones unidas. El comerse las doce uvas, una por cada campanada, es una de ellas, la más familiar para todos nosotros, pero son tantas y tantas las que existen y en las que en ellas se deposita la fe de la buena suerte, que al final uno se pregunta: ¿Pero de verdad es tanto su poder? ¿Es la insegura mente humana la que necesita de ellas para convencerse de que si no las realiza el año no va a resultar bien? Tengo que confesar que yo no creo en nada de todo ello. Lo tengo fácil. Pero para todos los que sí lo creen, ahí les va una pequeñísima lista de cosas que pueden hacer para que el año nuevo le vaya bien:
Tomar las uvas apoyado tan sólo en el pie izquierdo ayuda a empezar el año con buen pie, y hacerlo con dinero en los zapatos, trae abundancia. También el beber con oro dentro de la copa de champán. La ropa interior puesta al revés. Que la ropa interior sea roja, aunque para otros la amarilla es mejor. Comer después del cava una cucharadita de lentejas cocidas. Abrir todas las ventanas y después cerrarlas después de tomarse las uvas. Poner dinero dentro de los zapatos o en los rincones de cada casa. Encender velas de colores. Sacar maletas a las puertas. Y así, un larguísimo etcétera.
Que todos ustedes disfruten de una estupenda Nochevieja y de un feliz Año Nuevo.
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