Derecha versus izquierda
La derecha, en lo que respecta a la economía, juega con ventaja. En estos tiempos que corren es más fácil ser de derechas que de izquierdas. La derecha tiene el beneplácito para hacer recortes en salarios e inversiones, subir impuestos y lo que le venga en gana porque así lo requieren los mercados, que la dejan hacer, ya que es de los suyos y el fin es ganar dinero a espuertas. Todo ello sin que la gran mayoría de la población les diga ni pío, se resigne y los vote.
Sin embargo, si todo eso lo hace la izquierda, se viene el mundo abajo. Es decir, ésta, se supone, tiene que estar para cuidar el Estado del bienestar, no subir impuestos, hacer infraestructuras, no hacer recortes, etcétera, como si fueran malabaristas y el dinero saliera de debajo de las piedras. Por tanto, en la actualidad las derechas lo tienen más fácil. Con una crisis que ahora, dicen, toca y que el pueblo llano no sabemos bien en qué consiste, debido a que la información que tenemos es poca –y la que dan es para los especialistas–, el capital hace y deshace a su antojo para que nada cambie o, si cambia, que sea para peor; es decir: que los que más tienen sigan igual y la gran mayoría miremos atónitos cómo se lo llevan crudo los que la provocaron.
Y es que el dinero es el que manda. A lo largo de la historia siempre fue así, sólo que ahora lo hace de forma más refinada, buscando tecnicismos y a veces sortilegios, con lo cual todo sigue igual, no vaya a ser que estos de abajo crezcan mucho y no haya para los más privilegiados.
El pueblo se conforma en seguida. Disfrutamos de logros sociales y un mínimo de bienestar, en muchos casos conseguido con gran esfuerzo, y, creyéndonos que está todo hecho, nos dejamos llevar, llegando a votar a los que defienden al capital, que históricamente fue la derecha más dura.
A la izquierda se la castiga, en muchos casos con razón, porque al llegar al poder cambia de la noche al día, cosa que es cierta, llegando, incluso, a meter sus manos donde no se debe. Pero esto también lo hace la derecha; sólo que, tal parece, cuando lo hace, que la metedura de mano fuera consustancial a su cargo.
En fin, la izquierda ha de reinventarse. Ha de conseguir no perder su identidad, ser honesta siempre y, a la vez, tener guante de seda con los que tienen el dinero, porque son los que mandan y hay que tenerlos contentos.. No es tarea fácil, sobre todo viendo el bajo nivel de nuestros políticos, que aumenta cada día; pero si no es así, lo tienen complicado para volver a tocar poder.
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