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La gestión clínica desde la enfermería

15 de Diciembre del 2008 - Jesús García Salazar (Oviedo)

Dentro de cualquier sistema, especialmente en el sanitario, que es amplio y complejo, se precisan de estrategias cuya constante a considerar sea la calidad como objetivo prioritario, que permita ofrecer a los ciudadanos y a los propios profesionales herramientas capaces de consolidar los mejores servicios, ya sea en los centros de salud, los hospitales, y, dentro de éstos, en cada una de las unidades y servicios.

Esta estrategia será, repito, el objetivo principal y, aunque en Asturias se ha conseguido establecer un buen sistema con estándares de calidad apreciados por los ciudadanos a través de encuestas sanitarias, se precisa consolidar para despejar el horizonte.

No obstante, como todo sistema en continua evolución, a fin de adaptarse a las expectativas de usuarios y profesionales, deberá centrar su esfuerzo en mejorar su valoración en cada uno de sus parámetros, especialmente en la satisfacción de los usuarios, mejorando la accesibilidad y la garantía de la asistencia, así como sus derechos, pero también, de cara a los profesionales, convirtiendo el elemento laboral en unidad de motivación constante.

Los profesionales del ámbito de salud cada hora toman decisiones que afectan a planteamientos integrales de salud, basándose en valores, en conocimientos y habilidades. De estos planteamientos surge el propósito de la gestión, pero entendida como superación de los desafíos a día de hoy, que requieren la participación activa de todos y cada uno de los profesionales y trabajadores a fin de que los retos sean de futuro con el empleo eficiente de todos los factores productivos.

¿Por qué es, pues, indispensable la gestión clínica? Se podría responder con el siguiente resumen. La respuesta está en que la buena gestión del producto de manera autónoma de cada unidad de microgestión incidirá en la eficiencia global del sistema. Dicho de otro modo, será desarrollar habilidades técnicas y actitudes prácticas en los productos finales de salud mediante la capacidad de programación, de trabajo en equipo y con capacitación de liderazgo, lo que permitirá la planificación, la gestión integral y la motivación del profesional sanitario con un único objetivo, que es la gestión integral del ciudadano

Y pregunto yo, a modo de apunte y reflexión, ¿cuánto tiempo y en cuántos foros, ya sean encuentros, jornadas, congresos y la práctica diaria, llevamos reclamando, como profesionales, este modelo de autogestión, corresponsabilidad y cooperación?

La acreditación de la gestión clínica (GC) significa cumplir patrones de referencia con los que el centro, el profesional, el equipo, la Administración y el político caminan hacia servicios dirigidos al ciudadano desde la eficacia hacia la excelencia. Cualquier GC llevada a la microgestión permite identificar los puntos fuertes de que consta la unidad, pero, sin duda, el vector más importante es detectar puntos débiles para cuantificarlos, analizarlos y generar el máximo beneficio con el riesgo más débil.

Lo anterior nos lleva a objetivos específicos que son la esencia de la GC: reconocimiento de la propia empresa como una organización de ámbito social que tiene sus peculiaridades, pero dirigidas a elementos clave de salud; describe los métodos como herramientas que han de garantizar la continuidad de la atención permitiendo observar pérdidas para su corrección en el desarrollo comunicativo, en protocolos y modelos de medición en todos los índices de calidad y con evaluación continua; aporta información de concepto y práctica respecto a la gestión y evaluación integral; requiere niveles de corresponsabilidad interrelacionados, es decir, evaluación en la tecnología sanitaria, gestión económica de la salud y objetivo de la economía en la salud. Sobre esto último se ha de interpretar la salud como elemento que tiende obligatoriamente a entenderse y consensuar y no a prejuzgarse. Hoy en día, la gestión económica de la salud ha sido y es reconocida, por fin, por todos y cada uno de los implicados en el sector sanitario, es decir, la Administración, los gestores, los profesionales sanitarios, la industria e incluso el ciudadano, porque la sostenibilidad del sistema es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros en cualquier ámbitos de los referidos en que estemos.

Más pegado al día a día, la GC nos introduce en objetivos aún más específicos, permitiendo así la atención sanitaria integral, continua y personalizada, a través de la coordinación de todos los recursos del sistema, para ponerlos al servicio del ciudadano. Con ello se asegura la responsabilidad en la gestión con medición y análisis para la mejora continua: mejora la eficacia, puesto que otorga atribuciones y responsabilidades en la gestión de los recursos, descentralizando y agilizando los procesos y la toma de decisiones; detecta áreas de ineficiencia y estimula el desarrollo tanto individual como en equipo en los ámbitos clínicos, asistenciales, administrativos y financieros, entendiendo este extremo como el análisis de costes por actividad; desarrolla la motivación propia en el profesional, permitiendo así la autoestima y el incentivo; asegura el futuro y la naturaleza jurídica del sistema; identifica, comprende, controla y estabiliza todas las áreas de actividad, suprimiendo las que no aportan valor.

En definitiva, la gestión clínica (GC) es un valor añadido de calidad que se centra en el ciudadano, y éste es el objetivo último del desarrollo del Sistema Público de Salud. No podemos, como profesionales, tener una visión de miras de presente sin estrategia para avanzar y definir con claridad nuestro lugar concreto, y los profesionales y la Administración sanitaria, por su conocimiento y experiencia acumulada en el manejo de los métodos, tenemos que ser capaces de proporcionar una estrategia válida y eficiente.

Jesús García Salazar, ATS-DUE, Hospital Valle del Nalón

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