Simplemente, fray Antonio
Normalmente no se suele hablar nada o casi nada de hombres realmente «santos», porque no suelen estar cerca de nosotros, sino en otros lugares más pobres y desfavorecidos del planeta, entregando su vida a las personas que viven en esos sitios, porque no son siquiera espacios para la vida, sitios olvidados de la mano de todo el mundo, y Asturias (Caborana) nos ha dado este «santo».
Personalmente, tengo la dicha de conocerlo, aunque sólo estuve con él dos veces. Este «santo» es un misionero dominico llamado Antonio Bendito Hernández, de 74 años de edad. El hermano Antonio ha enriquecido y dignificado su propio apellido, es un ser bendito por la gracia de Dios y un bendito ser humano que está dedicando hasta el último suspiro de su vida en su entrega por los demás.
El hermano Antonio está sumamente enfermo, casi no puede ver, por enfermedades contraídas en diversas partes de África. Actualmente está en Trinidad (Cuba) y su orden acaba de traerlo a España para examinar su estado de salud. Creo que debe ser muy difícil vivir regularmente cuando no tienes alimentos, no pudiendo dormir por luchar por los necesitados, entregando parte de tu escasa comida y soportando tu dolor por el bien ajeno.
El hermano Antonio volverá pronto a seguir con su labor humanitaria, porque ésa es su vida, siempre da gracias a Dios y a todas las personas por los bienes que recibe, como es en esta ocasión su atención médica. Se siente un ser privilegiado por la vida de amor compartido que recibe, y yo no sé si hay palabras para definirlo, pero doy gracias por su existencia.
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