Punto y aparte
Recordatorio imborrable entre los imborrables. Nuestros muertos siguen con nosotros por las palabras tiernas que nos dijimos, nos decimos día a día en la intimidad.
El pasado jueves, ya desde primeras horas de la tarde, ¿verdad? Ya sabéis por qué ¿verdad? Pues nosotros, verbigracia, o sea «La Tacita» y su escribidor, querríamos, queremos, hacer (y hacemos) un punto y aparte respecto al raca, raca, con la matraca, al erre que erre dándole a la sempiterna lata entre los políticos de diferentes partidos.
Pues bien, nosotros querríamos, queremos, como ya os decíamos hace un momentín, hacer un punto y aparte sobre «el tú más» y gaitas por el estilo que marean, marean, marean, a extremos de poner al más pintado al borde del caos, oye. Así que de lo que vamos a escribir antes de la despedida y cierre es sobre, sobre, sobre... Meca, en este instante acaba de olvidársenos lo que hoy (ayer) queríamos teclear. Jolines, tendremos que aumentar la toma de pastillas contra la pérdida de memoria: cualquier día se nos olvidará venir de casa al periódico y del periódico a casa... Ah, antes de que se nos olvide todo, todo, todo, va un beso grande para ti, Natalia, para mamá y papá y para buelitina. Ella, seguro, seguro que seguirá algunos años más, por si misma leyendo LA NUEVA ESPAÑA. Hay «vicios» imposibles de erradicar. ¿Verdad, amables lectoras/es?
Érase una vez, 21.23 horas. ¿Qué, estáis contentas/os con lo que os han traído los tres Magos y Cía.? Sí, ¿verdad que sí?
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