Valiente e irónico Antonio Gala
«Comprendo que los moribundos atraigamos a los premios, qué le vamos a hacer», ha declarado el escritor Antonio Gala, que acaba de recibir el premio «Quijote de Honor» 2011 a toda una vida de manos de sus compañeros de la Asociación Colegial de Escritores (ACE). «Quizás este premio sea una invitación a decir adiós», añadió.
La muerte es algo tan natural como la vida, es la culminación de un proceso, porque «todo lo que empieza debe terminar». Así describe su personal circunstancia cuyo final prevé próximo el escritor al que hace unos meses le diagnosticaron un cáncer con el que pelea a diario en su finca malagueña de «La Baltasara».
Mas yo me inclino a pensar que Gala, un enfermo con salud de hierro desde siempre, le echa abundante literatura a la cosa. A fin de cuentas, él es literatura en estado puro, literatura para hacer reír y saber reírse, y hasta para «decir adiós» con mucha y fina ironía.
Así lo hizo hace unos días, muy literariamente y derrochando humor negro, al recibir el mencionado premio de sus compañeros de la ACE. Una significativa distinción que viene a sumarse a su copiosa producción literaria, sobre la que el autor de «La pasión turca» y otros muchos títulos se felicitó de que no le hubiera sido concedida como a otros, a título póstumo (pensemos en Miguel Delibes). Antonio Gala dice que presiente su fin y que no le parece mal del todo, pero tengo para mí que no termina de creerse ni lo uno ni lo otro. Que le echa teatro.
Y es que –sigo pensando– Gala no es de las personas que se rinden fácilmente. Sabe lo que es luchar por la vida real y la otra, la que ha creado en sus libros, y en esa amplia batalla se refugia. De hecho, anuncia que quiere escribir una comedia para Amparo Baró, quien ya en 1973 estrenó su obra «Los buenos días perdidos». Un capricho que se piensa dar, antes de que el tiempo le sobrepase, para rematar la faena de forma redonda.
Sí, porque en el principio fue el teatro y, a lo que se ve, Gala quiere que la función siga hasta el final.
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