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En blanco y negro

9 de Enero del 2012 - Ramón Alonso Nieda (Arriondas)

La ciencia no tiene color. Qué razón tiene la señora Vela. Cómo no nos habíamos dado cuenta antes. Cómo se nota que esta mujer trabaja en temas de innovación. Son radicalmente injustas y sectarias las críticas que está recibiendo su nombramiento por De Guindos. Carmen Vela hizo el Bachiller de ciencias, así que, por ese lado, blindada. En la Belle Époque, cuando Felipe González, oí declarar a una flamante directora general de la moda, que estaba muy familiarizada con las cosas del diseño porque su marido (del que estaba divorciada) era arquitecto. Con tan sobresaliente currículum se sentía muy capacitada para dirigir un sector que, decía ella, movía 15.000 millones.

En los cargos de confianza lo importante, en el currículum, es precisamente la confianza, y Vela tiene la De Guindos. El aserto (por lo visto, rigurosamente científico) de que el PP es una turba mentirosa y humillante de imbéciles no va con De Guindos (que no milita en el PP). Y Carmen vela, que leyó el manifiesto de defendiendo la alegría, tiene que estar loca de contenta como secretaria de Estado en el Gobierno de Rajoy. Además, como muy bien dice Chacón, lo importante no es dónde se nace, sino dónde se pace. Con la ventaja añadida de que, si la ciencia es incolora, la pasta es inodora como le hizo comprobar Vespasiano a su hijo Tito, que arrugaba la nariz ante el impuesto sobre la recogida de orina en las letrinas públicas: pecunia non olet.

En estos tiempos en que vamos a pagar impuestos por las aguas menores y por las mayores, bueno sería aprovechar la crisis para superar los sectarismos ideológicos y formar un gobierno políticamente incoloro, inodoro y hasta insípido. Secretaria de Estado para Asuntos Religiosos, Maruja Torres; en la Dirección General del Libro, J. J. Millás o Almudena Grandes; para Radio y Televisión, quién mejor que Pedro Almodóvar; recuperar a Leire Pajín para Defensora del Pueblo, que pasaría a ser de la población (en femenino); a nuestra intelectual totémica doña Amelia Valcárcel (que ya es profesora de la UNED, consejera de Estado, miembra del patronato del Prado y del jurado de los premios «Príncipe de Asturias»), de momento se la podría dejar como está (eso sí, renovándole la beca de 60.000 euros para que siga investigando las semánticas transversales del léxico de género). Willy Toledo lo haría muy bien en un despacho de comunicación; a lo de Tardá no sé cómo se le podría llamar pero no cuesta imaginarlo como el rostro amable del nuevo régimen surgido de la crisis y de las Navidades.

Para Justicia está muy bien nombrado Gallardón; Interior, mejor lo dejan como lo dejó Rubalcaba. A las embajadas autonómicas ya las invitó Exteriores a subsumirse en las del Estado, con lo que los nacionalistas se ahorrarían el gasto de propaganda en el exterior, que sería asumido por la Administración central. Lo que está tardando y tiene que estar al caer es el nombramiento de Bono como embajador en el Vaticano. Los republicanos, si los hay, contentos tendrían que estar con un rey que es bastante republicano, al decir de Zapatero que lo trató durante 7 años. Y los monárquicos que se contenten con lo que hay, pensando que no hay situación mala que no pueda empeorar.

En fin, las oportunidades de concordia son tantas que sólo con enumerarlas a vuela pluma se me está alargando esta carta más de lo conveniente. La derecha tendría que armarse de valor para agarrar con dos manos el cinturón sanitario que la izquierda zapateril le puso en la cintura y ponérselo ella misma en el cuello (ya se encargará el PSOE de tirar en la buena dirección para salir del blanco y negro y volver al tecnicolor).

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