¿De qué tema no se habla?
De lo que debe el gran señor del consumo al gran proveedor de bienes. Qué reunión más evidente la que no se ha visto. Una buena forma de salir de ésta sería, para ellos, un negocio a dos bandas: el señor, venga a darle dinero al proveedor, dándole a la manivela, y el capataz, cobrando, mientras al resto de comensales se los entretiene con diferentes pirotecnias, la primera de todas, ganarse un aliado al que ceder parte del tesoro para que siembre la discordia semejando resolverla. Añádase una pizca de confusión controlada, y todo puede ponerse en marcha con relativa impunidad. Si sólo yo le doy a la manivela, mejor que si le dan todos. Mejor para todos y, sobre todo, mejor para mí. Pero parece lógico que el resto de los comensales desee organizar su propia manivela, de acuerdo con su carácter. Si el carácter del señor y el del capataz han sido pactados con mutuo beneficio, bien estaría el contrapunto de una manivela conforme a otros estilos, con tradición en otras geografías. Y no es cosa de quedarse atrás, porque la pérdida es cuantiosa. Mejor que la manivela no se haga esperar. El acuerdo llegará, forzosamente, cuando los precios se disparen, aunque quizá, si hay sensatez, un poco antes. No suele haberla.
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