Dichoso 2012

14 de Enero del 2012 - José M.ª Jesús González (Madrid)

Sin llamar al timbre hemos entrado con suma cautela y abundante incertidumbre en uno de los años económicamente más duros para los españoles como sin duda será este 2012.

A lo largo de su historia, España, Asturias, conoció y sufrió años dificilísimos, incluso dramáticos, escaseces, hambres; días sin más rumbo que aquel que se observaba en el cielo o aquel otro que le marcaba la dirección del viento. A partir de ahí, todo silencio, precariedad. Volvía su mirada hacia la tierra y se entregaba en brazos de posibles cosechas, no siempre óptimas, que le permitieran afrontar un año más.

Mientras tanto iban creciendo los «nenos», que muy pronto y obviando la escuela se iniciaban en tareas agrícolas, cuidaban vacas por esos prados que cada año florecían y aportaban cierta alegría y optimismo en días de pies descalzos.

Después de aquello cambiaron muchas cosas. Nos mandaban a escuelas e institutos, calzados ya y con merienda asegurada. Vinieron buenos años, vinieron las discotecas, los coches y el inseparable móvil colocado al oído; se vestía bien, se disfrutaba en fiestas y romerías, amparados en la «alegría» del bolsillo que con frecuencia reponían nuestros «viejos», verdaderos artífices de una prosperidad que acaso no hemos sabido valorar y agradecer. Porque es evidente que no caía del cielo, algo que nunca sucederá. Época ésta del ordenador, época poco lectora y penosa ortografía, reñida con la Historia, necesaria y útil para conocer mejor el terreno que pisamos. Época que consideramos de muchos derechos y apenas deberes, pensando tal vez que la vida nos debe algo.

Pero la vida no nos debe nada fuera de aquello que seamos capaces de adquirir con nuestro esfuerzo, siempre que tengamos la oportunidad de aplicarlo, oportunidad que, por desgracia, no todos vamos a tener en el año 2012.

Y no es, si bien se mira, escaso el bagaje que a día de hoy nos acompaña. Puede que logremos encauzarlo bien, aprovecharlo mejor que cuando creíamos que lo teníamos todo. Pero siempre falta algo. Ahora escasea el trabajo que, al lado de la salud, es la mayor riqueza y la mejor medicina para el optimismo y la realización de nuestros sueños.

Dichoso 2012, con sus incertidumbres y malas perspectivas para muchísima gente, que ha de ayudarse en la diaria tarea, en las necesidades cercanas. Y cuidar de la paz. Esa paz entre nosotros que, en palabras del asturiano padre Ángel, no se basa solamente en la ausencia de guerra.

José M.ª Jesús González, Madrid

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