Parques infantiles
Vivimos días de escasez dineraria en asociaciones, comunidades y municipios, sin que pueda vislumbrarse un cambio de situación a corto plazo, si es que llega a ser la que antes fue.
Cuando las arcas estuvieron mejor, y de unos años a esta parte, se ha dotado a muchos pueblos asturianos de espacios de ocio al aire libre, parques infantiles bien equipados, incluso en pequeñas aldeas, para las cuales la presencia de los mismos significó una feliz realización de viejos sueños.
En la situación actual, no podemos esperar importantes inversiones en mantenimiento y cuidado de esos parques infantiles. De ahí que se haga necesario estirar su vigencia y vida. Necesario se hace que todos estemos atentos y nos esforcemos en conservar limpios y en óptimo estado todos y cada uno de los equipamientos, columpios, bancos, mesas, papeleras, árboles, zonas verdes y cerramientos, generalmente de madera, y que de vez en cuando necesitan ser pintados o barnizados.
Acaso sea el momento, como en todos los momentos difíciles, de la mujer y madre asturiana, sacrificada y eficaz, callada heroína, de poéticos silencios y entregas generosas por amor a sus hijos y al bien de su pueblo.
Si los vecinos, beneficiarios de tan esperadas instalaciones, cuidamos de ellas en la medida de nuestras posibilidades, que son muchas, lograremos conservar por más tiempo ese gran bien para nuestros pueblos y aldeas. Un bien de indiscutible valor para todas las gentes y edades. Pequeños parques aldeanos, con sus equipos de vivos colores, espacios donde conviven y perduran la inmensa sonrisa de los niños, el sosiego y la palabra de los abuelos, la alegría de pájaros en fiesta y la existencia, más o menos efímera, de las flores. Parques infantiles y aldeanos, escenarios de juegos, hogares de paz al aire libre que hemos de conservar limpios y operativos, a la espera de tiempos mejores, pues la vida en los parques no cesa ni cuando, bañada de luna, descansa y se transforma en promesa de gozos inminentes. Para mañana mismo.
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