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Los termómetros naturales

24 de Febrero del 2012 - Carlos Blanco Valle (Ribadesella)

Estos días estamos viviendo en el Principado de Asturias un tiempo cambiante. Días soleados y templados a los que siguen otros más fríos y desapacibles. Pues bien, el medio natural que nos rodea nos proporciona continuamente pistas sobre la evolución de la atmósfera a corto plazo.

La aparición de ciertas aves y la floración de ciertas especies son buenos indicios del tiempo que acontecerá incluso a largo plazo.

La fenología trata del estudio de ciertos comportamientos repetitivos por parte de los seres vivos en relación con las condiciones medioambientales determinadas por la temperie.

En este escrito pretendo ofrecer un pequeño muestrario de estos indicadores naturales.

Muchos animales muestran una gran sensibilidad a los cambios de humedad y temperatura. Así, por ejemplo, las cabras y rebecos tienden a bajar de las partes altas del monte cuando se avecina una tormenta o se acerca un centro de bajas presiones. Observando su comportamiento, los pastores saben que el tiempo va a empeorar en las próximas horas y sabrán cómo obrar con los rebaños.

Cuando yo era niño, los vecinos de Santianes que se dedicaban al pastoreo siempre comentaban que en invierno cuando las cabras bajaban solas del monte era indicativo de lluvia, descenso de las temperaturas y nieve en las cumbres.

Sin embargo, en las horas previas a una tormenta durante los meses de verano, las vacas tienden a abandonar el valle para subir a las partes altas de la montaña. Este comportamiento quizá se deba atribuir a que buscan el fresco de las zonas altas y escapan del bochorno que se acumula en el fondo del valle antes de la tormenta. Obviamente, en ese aspecto parece más inteligente el proceder de las cabras, ya que se alejan de la caída de los rayos.

Cuando las vacas se sientan todas juntas en un extremo del campo suele indicar que va a llover, puesto que se sientan así para mantener seca una parcela de hierba y además buscan protección.

Cuando en los meses de otoño se observa que lobos y zorros están nerviosos y matan ovejas y gallinas en las aldeas de montaña con más frecuencia de lo habitual, probablemente eso indique que el invierno será largo y frío.

Todos hemos escuchado hablar del día de la marmota. Cada año, el día 2 de febrero, que marca el ecuador del invierno, se celebra este acontecimiento mediático en el pequeño pueblo estadounidense de Punxsutawney. Durante una pomposa ceremonia, un miembro del Club de la Marmota saca a «Phil» la marmota de su madriguera. Si el animalito ve su propia sombra, volverá a meterse en su refugio asustado. En ese caso, la tradición dice que el invierno durará seis semanas más. La razón es que si el sol brilla intensamente en invierno es porque predomina el aire polar, que es seco y muy frío.

Si la marmota no hace sombra, entonces la primavera se adelantará. En este caso, se trata de una tradición popular sin mucho fundamento científico. Pero es innegable su tirón entre la gente. Incluso sobre este acontecimiento se ha rodado una película de humor protagonizada por Bill Murray.

Los insectos también parecen ser buenos meteorólogos. Hay un dicho que dice «hormigas acordonadas, pronto mojadas». Cuando las hormigas forman largas filas ordenadas, podemos esperar lluvia en las próximas horas, ya que detectan el aumento de humedad del aire antes de que se nuble.

Una sencilla fórmula matemática, basada en el sonido de los grillos, nos permite aproximar la temperatura actual del aire en grados centígrados. Si al número de chirridos por minuto (cricrí, cricrí) lo dividimos por cinco y al resultado le sumamos nueve, obtendremos con bastante precisión la temperatura.

Cuando la araña teje mucho es indicativo de buen tiempo, mientras que su ausencia de actividad indicará un alto riesgo de lluvia, ya que las gotas de agua dañan su delicada tela.

Las abejas suelen volver a su panal cuando se aproxima una tormenta. Incluso a largo plazo, cuando en otoño hay más abejas de lo normal, o si se muestran especialmente activas, es probable que el invierno sea frío y abundante en nevadas.

Las ranas empiezan a croar más intensamente cuando se acerca una borrasca.

Los pájaros, al tener su hábitat natural en la misma atmósfera, son muy sensibles ante los cambios. Cuando las golondrinas y los vencejos vuelan cerca del suelo están anunciándonos lluvia. El progresivo aumento de la humedad del aire moja las alas de los mosquitos y eso les obliga a revolotear a menor altura. Así, a los pájaros, para cazarlos, no les queda otra que acercarse al suelo.

Sin embargo, cuando está lloviendo con ganas y en la ribera de los ríos asturianos escuchamos a los pájaros trinando, eso indica que en breve el chaparrón cesará y saldrá el sol. La razón es que las aves notan la subida de la presión atmosférica. Esto lo saben bien los pescadores. La llegada de las golondrinas a nuestras latitudes indica el final del invierno y el comienzo de la primavera.

Hay un refrán que dice «una golondrina no hace verano», indicando que para asegurar la mejoría del tiempo, las golondrinas deben llegar en masa procedentes de África.

Nunca olvidaré cuando a principios de los ochenta mis padres me comentaron que si se veían avefrías por el pueblo en diciembre era indicativo de un invierno frío y nivoso. Las avefrías partían del este de Europa cuando allí llegaba el crudo invierno, buscando el mayor calorcito de España.

Una de las aves más asociadas a la llegada de las estaciones es la cigüeña: si tarda en llegar, el invierno todavía se va a dejar notar.

Pero los humanos también tenemos nuestros sensores. La inflamación de las cicatrices o el dolor de las articulaciones son para muchas personas un buen método para predecir cambios en las condiciones atmosféricas.

Por tanto, si usted quiere saber qué tiempo hará este fin de semana en Asturias, sólo tiene que acercarse a la zona rural y observar atentamente lo que hacen las cabras en libertad.

Es probable que las vea bajar del monte ordenadamente.

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